La ratificación de Piedra representa una regresión para la autonomía y compromiso con los derechos humanos y la justicia restaurativa, pues su gestión inmediata anterior estuvo orientada por una presidencia militante, alineada a los objetivos del gobierno. El inicio del sexenio de Claudia Sheinbaum merecía un perfil de acompañamiento más profesional al frente de la CNDH.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se creó en 1989 como una respuesta a la demanda social, y de la izquierda mexicana para garantizar la protección y defensa de los derechos humanos. Las gestiones de los titulares de CNDH como el de Rosario Piedra han sido cuestionados por la falta de autonomía, independencia y eficacia ante el abuso de poder. La gestión de los derechos humanos en el periodo obradorista quedo a deber, apuntando a que el perfil de Piedra no era el idóneo para continuar, pues se requería una renovación del liderazgo.
La gestión de Rosario Piedra durante el sexenio de López Obrador fue calificada como decepcionante por diversos organismos de derechos humanos, y como la menos competente de entre 15 aspirantes por la comisión de Justicia del Senado de la Republica. En el marco de la convocatoria, Rosario Piedra presento una carta de postulación a su favor del Obispo de Saltillo, la cual resulto ser apócrifa.
Lo mas increíble es que ante tal evidencia, por ordenes superiores fue subida a una terna para ser votada, y posteriormente ratificada por el voto de 87 senadores del bloque gobernante de Morena, PT y Verde.
Otra de las aspirantes fue Nashieli Ramírez, titular de la Comisión de Derechos Humanos en la Ciudad de México durante el periodo de Claudia Sheinbaum como Jefa de Gobierno, quien obtuvo los votos de los Senadores de oposición, insuficientes para hacerle frente al bloque gobernante. El perfil profesional de Ramírez, y su vínculo con Sheinbaum parecía ser favorita frente al bajo perfil de Rosario Piedra.
La operación del tabasqueño Adán Augusto López, líder de la bancada de Morena a favor de Piedra fue definitorio. Las reseñas periodísticas advierten que senadores de Morena dijeron que el cambio de rumbo fue por ordenes superiores.
El bloque gobernante aplico la tiranía de la mayoría, pero perdió las formas de la política, como cuando ordenaron retirar por la fuerza una mampara para ejercer el voto en secreto, lo cual podría sugerir una división. La primera respuesta de la Presidenta Sheinbaum ante la reelección de Piedra apunto a que “fue cosa del Senado”.
Los dirigentes parlamentarios del bloque gobernante apoyaron la reelección por un compromiso ideológico, apoyando a una figura alineada con los principios de la llamada Cuarta Transformación. Una figura simbólica, hija de la histórica defensora de los derechos humanos en México, Rosario Ibarra que en 1977 fundo el colectivo Eureka que buscaba justicia por la desaparición forzada de personas durante la guerra sucia de los 70s. Lo más paradójico es que dicho comité le retiro el apoyo a Piedra para continuar al frente de los Derechos Humanos.
El ciclo de gobierno según Polibio tiende a generar en una secuencia cíclica, en el que la democracia pierde su esencia cuando las masas, manipuladas por lideres demagógicos, pueden tomar decisiones desordenadas y destructivas.
La ratificación de Piedra representa una regresión para la autonomía y compromiso con los derechos humanos y la justicia restaurativa, pues su gestión inmediata anterior estuvo orientada por una presidencia militante, alineada a los objetivos del gobierno. El inicio del sexenio de Claudia Sheinbaum merecía un perfil de acompañamiento más profesional al frente de la CNDH.
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