Historia de Terror | El diablo del Calvario de Metepec

Según vecinos, ofrece dinero a las personas a cambio de su alma ¿será cierto?

Elizabeth Ríos | El Sol de Toluca

  · martes 24 de octubre de 2023

La cita es el próximo domingo. Foto: ilustrativa / Crisanta Espinosa

De vez en cuando y ya entrada la noche, en inmediaciones de una de las cuevas que se encuentran en el Calvario de Metepec, se puede avistar la repentina y misteriosa aparición del diablo, quien bajo una transformación en un borrego o una gallina de color negro, ofrece dinero a la gente a cambio de que entreguen su alma.

De acuerdo con lugareños, desde hace varios años se tiene la creencia de que “el malo” sale en busca de personas débiles de fe, quienes aunado a problemas económicos u otros, se verán tentados a aceptar la oferta que les ofrezca a cambio de lo que pueden llegar a considerar poca cosa: su alma.

“A nosotros nuestros abuelos nos contaban mucho acerca de gente que había visto al diablo en forma de borrego o de gallina, decían que se le podía identificar sin falla porque el animal era completamente negro, un negro muy intenso, y que si llegabas a cerrar el trato con él, ya no podías echarte para atrás”, comentó la señora Margarita.


Por otro lado, se dice que cada “Viernes Santo”, un chivo de color negro aparece en diversas partes del famoso cerro, en donde persuade a quien pase a su lado de besarle el rabo a cambio de una suma importante de dinero.

Las cuevas del Calvario de Metepec no sólo albergan esas dos historias relacionadas con el diablo, pues existe una tercera versión en la cual se dice que la noche de cada 31 de diciembre, la tierra se abre para que Satanás pueda buscar almas “frescas” que quieran obtener dinero o un deseo a cambio.

El reto, según vecinos de la zona, es que se saque una campana que está supuestamente escondida en algún sitio, sin embargo, la persona que acepta el trato deberá hacerlo antes de que terminen las doce campanadas que dan la bienvenida al año entrante, pues de lo contrario perderá su alma.

“No sé si nos contaban eso para espantarnos y así impedir que fuéramos a jugar a las cuevas o si de verdad sea cierto, lo que sí es que son varias personas con las que platicando, coincidimos en las historias”, relató Joel Pacheco.