Debido a sus propiedades nutricionales los hongos podrían convertirse en las próximas décadas en el alimento del futuro, cada seta contiene alrededor de un 40% de materia seca y de este porcentaje un 20% son proteínas, el 60% restante es agua, además aportan grasas, vitaminas y minerales.
La cantidad de proteínas los coloca por arriba de la mayoría de los vegetales, frutas y verduras, adicionalmente las proteínas de los hongos se consideran de alta calidad por los aminoácidos esenciales que las constituyen (de 16 a 21), tomando en cuenta la necesidad diaria humana de adquirir en los alimentos 21 aminoácidos esenciales.
Otras de las aportaciones nutricionales son vitaminas B1, B12, el ácido ascórbico y vitamina D, minerales indispensables en la dieta diaria como el calcio y el fósforo, bajo contenido calórico de grasas y carbohidratos.
Para enriquecerlos aún más está la posibilidad de modificarlos genéticamente en un laboratorio, aunado a que los biotecnólogos pueden acortar los períodos de cultivo mediante el desarrollo de cepas de rápido crecimiento.
Lo anterior lo dan a conocer los científicos mexicanos Elvira Aguirre Acosta, maestra en ciencias y encargada de la Colección de Hongos del Herbario Nacional de México del Instituto de Biología de la UNAM y Miguel López Ramírez, biólogo del Instituto de Investigaciones Forestales de la Universidad Veracruzana en su libro “Hongos...Alimento del Futuro.
Los especialistas detallan las propiedades de los hongos en un artículo publicado en el portal Infobae titulado: El alimento del futuro: cuáles son los beneficios de comer hongos.
De acuerdo a lo publicado por la UNAM son cuatro las especies de hongos más buscadas en la naturaleza para el consumo humano lo que implica también que tienen más riesgo de extinguirse.
En primer lugar ubica a la Amanita Caesarea, crece especialmente en las regiones cálidas de las zonas más meridionales de Europa en verano y otoño.
Mientras que la Amanita rubescens en México también se le denomina “mantequera”, “mantecoso”, “venado” o “juandiego”, su sombrero es globoso cuando es joven, en la madurez se aplana y se vuelve de color rojizo.
En el tercer lugar el Agaricus campestris, el cual crece en las estaciones de primavera y otoño en pastizales de zonas bajas.
Finalmente el Boletus aereus se encuentra en árboles de hoja caduca, como el castaño, el roble o la haya, así como en encinares y alcornocales.