Xonacatlán, México.- En un pequeño taller improvisado en una de las habitaciones de su casa, la familia Núñez Robles produce desde hace más de 30 años piñatas tradicionales que comercian cada fin de año.
La producción es aún artesanal, casi todo su proceso es a mano, pero aún así los Núñez Robles presumen que llegan a crear hasta mil 200 piñatas cada año.
"Este es nuestro pequeño taller familiar, aquí trabajamos por lo menos unos nueve meses para surtir a nuestros clientes", explicó Anabel Robles, la cabeza en la producción de las piñatas.
Junto con su esposo Ángel Núñez y sus cinco hijas, conforman el taller artesanal de las piñatas, lo cual es su sustento económico.
"Todas mis hijas saben hacer las piñatas, cada quien tiene su tarea y su trabajo, a mí me toca hacer los moldes con el papel y el engrudo", comentó Ángel Núñez, esposo de Anabel.
Desde esta semana los turnos laborales en la casa de esta familia de artesanos son largos, se comienza desde las 7:00 de la mañana y se termina hasta la noche, sólo hay espacio para comer y estirarse un poco.
Anabel explicó que sus diseños son originales, su labor se empeña sobre todo en las piñatas en forma de estrella, las de cinco y siete picos.
"Este tipo de piñatas son las que más hacemos, aunque vamos a ampliar a otros modelos como las figuras", mencionó la artesana.
Tres meses antes de diciembre, los artesanos comienzan con el armado de los moldes y la colocación de los picos.
Y dos meses antes se inicia con la decoración de las piñatas, una vez que ya se han cortado las miles de tiras de papel china, que es el elemento esencial para darle vida a sus productos.
"Todo el papel se corta con tijera, es una labor pesada porque son miles de tiras, de eso se encargan mis hijas".
El equipo de trabajo de la familia Núñez Robles lo conforman Anabel y su esposo Ángel, así como sus hijas Amisaday, Belsysudey, Joseline, Ángela y Cinthia, todas expertas en la producción de piñatas.
La habitación que sirve de taller familiar a diario se mira repleta de papel de china, el blanco, amarillo, rojo, verde, morada y el rosa, que son los tonos base.
Miles de tiras penden colgadas en las paredes en hilera, mientras que las piñatas Anabel y su esposo las mantienen colgadas del techo.
Su hogar es su propio lugar de trabajo y los Núñez Robles lo presumen con gusto.
"Hacemos desde las más pequeñas hasta piñatas que miden dos metros", afirma Ángel, mientras apura sus manos en colocar las capas de papel. La temporada buena ya está a la vuelta de la esquina y los artesanos esperan que sea de provecho.