El siguiente año es de periodos electorales, las campañas donde se generaba la proximidad física del candidato no serán opción. ¿Cómo tratarán de convencer los políticos?
“Soy honesto, soy sincero, soy humilde, soy un ciudadano, soy trabajador”. Las frases trilladas escuchadas frecuentemente de viva voz.
El político ha hecho de las campañas un espectáculo presencial, donde los abrazos y estrechadas de mano siempre son las constantes para darse a conocer, para percibirse “reales”, individuos de carne y hueso, sujetos que probablemente sienten.
La pandemia, como en muchos aspectos, hará que todo cambie. Las campañas ahora no serán presenciales, y al igual que en los últimos meses, la actividad humana se volcará hacia el escenario representado donde la sociedad selecciona antes de emitir un mensaje. El espacio digital, de cifras, llamado Internet.
Para el filósofo francés Jean-Paul Sartre, la existencia de los seres humanos está evidenciada por sus acciones, no por el mero acto de atribuirse un adjetivo. No es suficiente proclamarse a sí mismo como “honesto” o “trabajador”, es necesario evidenciar a través de las acciones, los actos que demuestren que se posee esa condición. Por ejemplo, el hecho de “Ser honesto” estaría demostrado al momento de devolver 2 o 3 pesos adicionales en el cambio recibido luego de pagar una cuenta. -Esos pesos “de más” no me corresponden, los devuelvo-.
El desafío estará en la forma de generar esa existencia en Internet, sin duda las redes sociales serán el espacio de interacción entre electorado y candidatos. Y precisamente las redes sociales se han convertido en la boca del lobo, la plaza de linchamiento mediático y generador de vergüenza, entrar en redes sociales es volverse susceptible a viralizarse. Un mal comentario, una opinión ajena, será difundida con facilidad. Los políticos eran acechados en la vida cotidiana física para que alguien emitiera un video y volverse viral. Ahora ellos otorgarán el material.
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El ex senador regiomontano Samuel García ya comenzó a exponerse negativamente en redes sociales, la vida de “sacrificio” por jugar golf, la gente que gana un “sueldito de 40 o 50 al mes y vive feliz” lo han evidenciado como alguien ajeno a la pobreza. Quien no mira la pobreza, la miseria y los problemas de los demás no es capaz de atenderlos. Si no se percibe, no existe.
Hacer campañas políticas por redes sociales tiene dos aristas, por un lado, el político tendrá que ser cauteloso porque se expone en algo que antes tenía que ser cazado en su error, por otro lado, las redes sociales dan tiempo para planear el mensaje; reduciría la posibilidad de ser sorprendido, de improvisar y ser vulnerable a la descalificación. Pero por supuesto, quien planea mucho en mostrar quién es, quizá tiene mucho que ocultar sobre sí mismo.
La comunicación política y el marketing no han encaminado sus estrategias hacia la sinceridad, la competencia se vuelca hacia la cotidianidad y lo común, los políticos no venden su autenticidad, venden su propia mentira, y en redes sociales será peor.