Ser hombre heterosexual aún tiene muchas aristas que deben discutirse; la cultura masculina involucra una serie de dogmas que adoctrinan en el acto de “ser hombre” y no, no me refiero meramente a los sentidos que circundan el machismo, si no a todas las acciones derivadas de la cultura que mantienen al hombre heterosexual.
“María Magdalena” y “Skanda López” son unas Drag Queens de la Ciudad de México que piensan que la masculinidad es una máscara al igual que lo que ellas hacen, una idea fabricada que cambia con el tiempo. La idea de “ser hombre” ha cambiado.
La heterosexualidad masculina mexicana tiene prohibida la aceptación del sexo mismo como un objeto de apreciación; está prohibido decir que un hombre es bello, hacerlo implicaría un atentando a la hombría pues daría pistas de una posible homosexualidad, los mensajes no serían claros; siempre y cuando no hubiera una fraternidad de por medio con quien se pueda expresar, por ejemplo: los amigos.
Los amigos mexicanos masculinos y proclamados así mismos heterosexuales pueden alburearse entre sí, realizan connotaciones sexuales en sus diálogos, sus pláticas subyacen en el dominio que implica la penetración, se mofan al atribuirse constantemente el rol del “sometido”, se ríen, se pueden abrazar en circunstancias etílicas, e incluso besarse entre ellos. Pero son escenarios que ellos controlan, códigos que sólo ellos entienden y no pasa nada, siguen siendo hombres heterosexuales.
Habría que pensar en todos los escaparates que existen para seguir manteniendo la masculinidad exenta de homosexualismo. En varias comunidades mexicanas, durante las fiestas religiosas, grupos de hombres disfrazados de mujeres bailan al finalizar los paseos con carros alegóricos; se divierten entre ellos, invitan a hombres no disfrazados a bailar también, aceptan; se baila entre hombres, pero ninguno de ellos es sentenciado como homosexual, es un escenario que permite y a su vez que ayuda a seguir siendo heterosexual, liberando esa posible parte escondida de los hombres por su gusto hacia los de su mismo género.
Sigo sin entender el argumento central de varios homofóbicos: -Eso no es natural- expresan. Pero apegarnos a las leyes de una supuesta naturaleza que nos gobierna, nos quitaría la liberta de hacer y de decidir por nosotros mismos, y sí, elegir si nos gusta ser heterosexuales, homosexuales o si nos disfrazamos de mujeres para liberarnos de cosas que sentimos y pensamos; sin comprometer nuestra hombría con los demás machos.
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