Se escribe Ljubljana pero se pronuncia Liubliana, es la capital de Eslovenia. Después de 8 horas de viaje en tren desde Split en Croacia, llegue por la mañana antes de las 8 a esta capital de la cual no guardaba muchas expectativas, para empezar ese nombre tan raro y difícil de pronunciar, al llegar un aire congelante nos recibió, humedad en el aire, neblina, 4 grados bajo cero, las condiciones no auguraban una estancia placentera.
De la estación del tren al departamento 1 kilometro arrastrando las maletas, aun no podía tomar el departamento pues era muy temprano y estaba ocupado por otros huéspedes, afortunadamente no pudimos dejar las maletas encargadas en el mismo apartamento y nos dispusimos a ir al centro de Liubliana.
La fecha de llegada a esta capital fue en las postrimerías de la época de adviento, es decir en la primera semana de enero, el día seguía nublado, un árbol de navidad sin ninguna esfera, sin ningún adorno, nos hizo pensar que ya estaban “levantando” todo lo relacionado con la navidad, el reloj estaba apunto de dar las 12 del día y no habíamos desayunado, nos metimos a un pequeño restaurante del centro y la magia eslovaca empezó.
Café extraordinario, bolillo recién horneado, mantequilla hecha en casa, mermelada de confección artesanal, 3 huevos con salchicha de calidad premium, jitomate deshidratado como guarnición, nuestro mesero hablaba perfecto ingles, italiano, alemán y por supuesto serbio-croata, trato estupendo, parece que el desayuno obró milagros.
Salimos del restaurante y Liubliana parecía otra, el sol ya calentaba un poco la temperatura ya rondaba los 2 grados centígrados, la niebla y el viento habían desparecido, estábamos en el centro de la ciudad y ya estábamos sorprendidos por el triple puente que cruza el río Liublianica, caminamos hasta el puente de los dragones, por cierto estos seres mitológicos son el símbolo nacional de Eslovenia, cruzamos un mercado tradicional, con extraordinarios productos vegetales de la región de Liubliana, solo para que se den idea 46 tipos de manzana son los que se comercializan en el mercado.
Liubliana es una ciudad pequeña, no rebasa los 300 mil habitantes y eso la hace particularmente especial, el centro de la ciudad es suficientemente pequeño para recorrerlos a pie y lo suficientemente grande como para no aburrirse, todas las atracciones turísticas de la capital Eslovaca se visitan a pie.
La arquitectura tiene un marcado estilo austriaco, con tintes renacentistas y del Art Noveau, eso hace de esta ciudad un lugar ¡bellísimo!
Aquel árbol de navidad que mencioné al principio y que según yo lo estaban retirando pues no tenia esferas, era en verdad un árbol lleno de luces de más de 6 metros de altura, imponente, solo había que esperar la noche para ver el encendido de navidad y admirar esta ciudad dese otra perspectiva, el vino caliente, el ponche, te o chocolate caliente, y para los más atrevidos cerveza fría a pesar de los menos 4 grados centígrados que se sienten en promedio todas las noches en esta época y no crean que la gente busca desesperadamente entrar a un restaurante para calentarse, todos los restaurantes tienen su área al aire (frío) libre y casi todas las mesas de estos restaurantes tienen su calentador particular y frazadas para la espalda, Liubliana es el único lugar donde con cada trago que le das a tu cerveza se pone más fría.
El castillo de Liubliana es una visita maravillosa, ahora es un centro cultural y gastronómico, de 4 a 6 horas durara la visita a este castillo. Entre los museos que se pueden visitar con el pase entrada es uno dedicado a las marionetas, una actividad tradicional de Liubliana.
El museo nacional e Eslovenia y el Museo etnográfico están en un edificio, muy cercano al centro son muy completos e interesantes, los romanos nombraron a este lugar Emona.
La vista al parque Tivoli con 2 museos entre sus veredas fue altamente gratificante.
Pocas eran las expectativas sobre esta ciudad, pero si hubieran sido muchas, Liubliana las hubiera superado con creces, capital imperdible, pónganla en su itinerario.