/ jueves 24 de octubre de 2024

Antonio Skármeta fue un escritor múltiple, afirma el editor David Quezada

Su obra está marcada por la espontaneidad, afirma el escritor y editor chileno David Quezada, quien conoció en vida al autor de “El baile de la victoria”

Hombre inquieto, narrador de sinsentidos, incesante guionista y divulgador de la literatura, así se recuerda al escritor chileno Antonio Skármeta, quien falleció el pasado 15 de octubre, dejando tras de sí un catálogo variado de libros de narrativa, así como textos dramáticos, guiones de cine y el recuerdo de miles de televidentes en Latinoamérica que lo vieron hablando de libros y otros temas culturales.

El escritor y editor David Quezada, asiduo lector, conocido y compatriota de Skármeta, habla con El Sol de México, sobre los intereses, contextos y razones por las que éste se convirtió en uno de los autores chilenos más destacados de las últimas seis décadas, Premio Nacional de Literatura de Chile en 2014.

“En la literatura, el legado de Skármeta es la espontaneidad, sin tantas ataduras formales, rehuyendo a una forma clásica, más bien motivada por una pulsión física, psicológica y vital. Pero definitivamente su legado será que convirtió consigo mismo al escritor en un personaje múltiple, que no sólo se dedica a escribir sino a otras artes, con el propósito de llegar más allá de los grandes lectores, al pueblo en general”, dice Quezada, exdirector de la icónica Revista Rocinante de Chile.

Pulsión vital

Quezada explica que para comprender parte de la literatura de Antonio Skármeta, hay que situarlo en la llamada generación de “Los Novísimos”, acuñada así por el escritor Juan Agustín Palazuelos, cuyos principales autores —entre ellos Poli Délano, Cristián Huneeus, Luis Domínguez, Antonio Avaria, Mauricio Wacquez, entre otros— se caracterizaron por oponerse a las generaciones anteriores, principalmente la de los 50.

“Ellos buscaban esa espontaneidad desde un lenguaje semiconsciente, el flujo de conciencia, pero con muchos elementos populares. Los personajes consumen productos de moda y enervantes. Ellos hablaban desde la experiencia más imprevista, contaban las cosas que sucedían en el momento”, afirma Quezada, quien menciona que este tipo de escritura también estuvo presente en otros países, como Estados Unidos, con la Generación Beat.

“Hay un elemento azaroso en su literatura, que está presente en sus personajes que pretenden sobrevivir como sea con tal de seguir escribiendo. Pero también hay otros temas más elementales y básicos como podía ser el mismo hecho de pasear en bicicleta”, afirma el editor, quien considera que esa “pulsión vital”, aunque presente en toda la obra de Skármeta, se manifestó con mayor fuerza en su juventud.

Puede interesarte: Nobel de Literatura: ellas son las escritoras que han ganado el premio

Sin embargo, Quezada también explica que su literatura tiene registros más profundos por los que vale la pena leerla, ya que cuenta con la influenciada la filosofía de autores como Jean-Paul Sartre o Albert Camus, aprendida en la Universidad de Chile.

“Su escritura tiene muchos niveles de lectura. Aunque esté en un lenguaje popular y muy directo, donde la experiencia es lo más importante, sus protagonistas están en la búsqueda de un sentido de la vida que relegan los convencionalismos. Ahí es donde hay una reflexión sobre el destino humano en que todo es disparatado, porque no hay manera de saber ni anticiparse a nada”, agrega.

Quezada pone énfasis en el sentido revolucionario de Skármeta, que se reconoció como escritor de izquierda —el cual fue leído en su propio país de forma clandestina, como oposición al régimen dictatorial de Pinochet— aunque luego cambió su postura por una visión más de “centro izquierda”, sin jamás escribir una pedagogía política.

El escritor chileno Antonio Skármeta murió este martes. Foto: Cortesía/ Penguin Random House

El cineasta Skármeta

Sobre su incursión en el cine, Quezada apunta que realizó varios guiones e incluso llegó a ser director de algunos de ellos, “De lejos veo este país”, cinta de Christian Ziewer sobre una familia de refugiados chilenos en Alemania; “Seine letzte Chance” (1986) de Alexander von Eschwege; “Neruda todo el amor” (1998), del documentalista chileno Ignacio Agüero y “Brisa de Navidad” (1999), del mexicano Carlos Carrera, entre otros.

Además también se llevó al cine “Ardiente paciencia”, con el título de “Il Postino”, en 1983, bajo la dirección de Massimo Troisi y Michael Radford. “Skármeta fue amigo de Neruda, que lo acogió como una promesa de la literatura chilena, cuando él era muy joven, y Neruda estaba al final de su vida. Pablo Neruda fue un autor muy acogedor con los escritores jóvenes que invitó a sus reuniones. Esta película adquiere niveles históricos, políticos y personales”, apunta el escritor.

Ideal en distintos frentes

Sobre su labor como divulgador de la literatura, Quezada se refirió al emblemático programa “El show de los libros”, que Skármeta condujo de 1992 a 2002, el cual dejó profunda huella en varias generaciones.

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“Él era un hombre que se apasionaba, un tipo inquieto, con cierto histrionismo. Esto era algo que sus compañeros de generación reconocían como el ideal de ‘Los Novísimos’, al estar presente en todos los ámbitos y hacer muchas cosas, estar en la primera línea de agitación”, señala Quezada, y evoca el tiempo en que Skármeta incursionó en la radio alemana.

“Este fue el ideal que Skármeta encarnó y que muy pocos consiguieron. Los demás de su generación fueron muy afectados por el golpe de Estado, algunos desaparecieron, murieron jóvenes o se dedicaron primariamente a escribir y hacer una obra más literaria que en otros ámbitos”, finaliza, Quezada.

Hombre inquieto, narrador de sinsentidos, incesante guionista y divulgador de la literatura, así se recuerda al escritor chileno Antonio Skármeta, quien falleció el pasado 15 de octubre, dejando tras de sí un catálogo variado de libros de narrativa, así como textos dramáticos, guiones de cine y el recuerdo de miles de televidentes en Latinoamérica que lo vieron hablando de libros y otros temas culturales.

El escritor y editor David Quezada, asiduo lector, conocido y compatriota de Skármeta, habla con El Sol de México, sobre los intereses, contextos y razones por las que éste se convirtió en uno de los autores chilenos más destacados de las últimas seis décadas, Premio Nacional de Literatura de Chile en 2014.

“En la literatura, el legado de Skármeta es la espontaneidad, sin tantas ataduras formales, rehuyendo a una forma clásica, más bien motivada por una pulsión física, psicológica y vital. Pero definitivamente su legado será que convirtió consigo mismo al escritor en un personaje múltiple, que no sólo se dedica a escribir sino a otras artes, con el propósito de llegar más allá de los grandes lectores, al pueblo en general”, dice Quezada, exdirector de la icónica Revista Rocinante de Chile.

Pulsión vital

Quezada explica que para comprender parte de la literatura de Antonio Skármeta, hay que situarlo en la llamada generación de “Los Novísimos”, acuñada así por el escritor Juan Agustín Palazuelos, cuyos principales autores —entre ellos Poli Délano, Cristián Huneeus, Luis Domínguez, Antonio Avaria, Mauricio Wacquez, entre otros— se caracterizaron por oponerse a las generaciones anteriores, principalmente la de los 50.

“Ellos buscaban esa espontaneidad desde un lenguaje semiconsciente, el flujo de conciencia, pero con muchos elementos populares. Los personajes consumen productos de moda y enervantes. Ellos hablaban desde la experiencia más imprevista, contaban las cosas que sucedían en el momento”, afirma Quezada, quien menciona que este tipo de escritura también estuvo presente en otros países, como Estados Unidos, con la Generación Beat.

“Hay un elemento azaroso en su literatura, que está presente en sus personajes que pretenden sobrevivir como sea con tal de seguir escribiendo. Pero también hay otros temas más elementales y básicos como podía ser el mismo hecho de pasear en bicicleta”, afirma el editor, quien considera que esa “pulsión vital”, aunque presente en toda la obra de Skármeta, se manifestó con mayor fuerza en su juventud.

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Sin embargo, Quezada también explica que su literatura tiene registros más profundos por los que vale la pena leerla, ya que cuenta con la influenciada la filosofía de autores como Jean-Paul Sartre o Albert Camus, aprendida en la Universidad de Chile.

“Su escritura tiene muchos niveles de lectura. Aunque esté en un lenguaje popular y muy directo, donde la experiencia es lo más importante, sus protagonistas están en la búsqueda de un sentido de la vida que relegan los convencionalismos. Ahí es donde hay una reflexión sobre el destino humano en que todo es disparatado, porque no hay manera de saber ni anticiparse a nada”, agrega.

Quezada pone énfasis en el sentido revolucionario de Skármeta, que se reconoció como escritor de izquierda —el cual fue leído en su propio país de forma clandestina, como oposición al régimen dictatorial de Pinochet— aunque luego cambió su postura por una visión más de “centro izquierda”, sin jamás escribir una pedagogía política.

El escritor chileno Antonio Skármeta murió este martes. Foto: Cortesía/ Penguin Random House

El cineasta Skármeta

Sobre su incursión en el cine, Quezada apunta que realizó varios guiones e incluso llegó a ser director de algunos de ellos, “De lejos veo este país”, cinta de Christian Ziewer sobre una familia de refugiados chilenos en Alemania; “Seine letzte Chance” (1986) de Alexander von Eschwege; “Neruda todo el amor” (1998), del documentalista chileno Ignacio Agüero y “Brisa de Navidad” (1999), del mexicano Carlos Carrera, entre otros.

Además también se llevó al cine “Ardiente paciencia”, con el título de “Il Postino”, en 1983, bajo la dirección de Massimo Troisi y Michael Radford. “Skármeta fue amigo de Neruda, que lo acogió como una promesa de la literatura chilena, cuando él era muy joven, y Neruda estaba al final de su vida. Pablo Neruda fue un autor muy acogedor con los escritores jóvenes que invitó a sus reuniones. Esta película adquiere niveles históricos, políticos y personales”, apunta el escritor.

Ideal en distintos frentes

Sobre su labor como divulgador de la literatura, Quezada se refirió al emblemático programa “El show de los libros”, que Skármeta condujo de 1992 a 2002, el cual dejó profunda huella en varias generaciones.

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“Él era un hombre que se apasionaba, un tipo inquieto, con cierto histrionismo. Esto era algo que sus compañeros de generación reconocían como el ideal de ‘Los Novísimos’, al estar presente en todos los ámbitos y hacer muchas cosas, estar en la primera línea de agitación”, señala Quezada, y evoca el tiempo en que Skármeta incursionó en la radio alemana.

“Este fue el ideal que Skármeta encarnó y que muy pocos consiguieron. Los demás de su generación fueron muy afectados por el golpe de Estado, algunos desaparecieron, murieron jóvenes o se dedicaron primariamente a escribir y hacer una obra más literaria que en otros ámbitos”, finaliza, Quezada.

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