/ domingo 3 de febrero de 2019

Guadalajara underground | Hincando la tinta del lienzo a la piel

Alex y Leo forman una pareja muy unida a pesar de ser muy distintos; su pintura, paleta, colores, pinceles y variadas técnicas tanto en la gráfica como en el tatuaje, los mantiene en equilibrio. La obscuridad no es nada sin la luz y al revés

Por su inquietud de explorar y conocer otras aproximaciones al arte, dos jóvenes pintores tapatíos se acercaron al tatuaje influenciándose mutuamente por medio de las técnicas que cada uno conocía y manejaba.

Así, Alejandra Rodríguez Salazar y Leonardo Favio De Reza Vélez unieron su propuesta como tatuadores, con su arte y con la pintura.

“La pintura como tal nos ayudó a hacer explotar por fin eso que teníamos como estancado y darle un giro mucho más profesional. En mi caso, con mi elemento, que es el color, fue ir progresando, pues yo comencé con acuarela, después salté al óleo, pero al final el uso del lápiz fue lo que más me agradó. Me atrapó mucho la experimentación con el color. Cuando Leo llega a mi vida, pues mi técnica también cambió” explica Alejandra.

¿Cómo fueron cambiando sus técnicas a partir de que se conocen?

Leo-Nos conocimos por una amiga en común, que de pronto quiso hacerse un tatuaje y recurrió a mí para que yo le hiciera un diseño, y a Alex le pidió la ejecución. Entonces, esta amiga en común de buenas a primeras nos convoca ya para el mero día del tatuaje, para que ella fuera viendo mi diseño y para que luego yo y Alex fuéramos decidiendo el paso al tatuaje. Fue así como nos conocimos. Yo hacía diseños y sabía cosas del tatoo. Tenía mucho contacto con ese mundo. No obstante, lo único que me faltaba era hincar la tinta.

¿Qué sucedía en tus adentros que no te animabas a hincarla?

L- Creo que cuando me plantee o pensé esa frase por primera vez fue curiosamente porque yo no estaba preparado todavía para tatuar. Creo que más bien era un indicador de que yo aún necesitaba un desarrollo, cierto crecimiento, entendimiento mío para asentar un montón de cosas. Y me gustó que haya sido así, pues tatuar, más allá de lo que diga el imaginario popular, es un proceso complejo, y mucho más todavía cuando uno va a poner su arte de por medio.

Con varias exposiciones en su currículo, como una en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la CDMX, y en diversos espacios en la capital de Jalisco como la del Centro Cultural André Bretón. “Catrinas y pesadillas de color”.

¿Consideran alguna influencia pictórica de los grandes maestros?

Alex- Picasso me encanta por su aspecto abstracto, me fascina, pero yo no sigo su técnica para hacer de mi propuesta algo abstracto sino que me enfoco más en observar su manejo del color. Leonardo Da Vinci es otro pintor que me fascina, pero más que su arte, lo que me fascina es su personalidad. Su mente y su corazón realmente libres para su época.

A y L- Ser arriesgados como Miguel Ángel y tocar el alma del espectador como lo hizo Rafael. Nos identificamos con dos grandes del Barroco, Rembrandt y Caravaggio. Otro contemporáneo que nos marca en lo profundo es Dalí, su visión abstracta, surrealista, cubista, llena de colorido y obscuridad, hace que nos perdamos en el pensamiento de los innovadores del arte, pues se mantuvieron como pintores auténticos ante el mundo que les tocó, con una propuesta muy suya y de nadie más.

En el sentido de lo auténtico, hay tatuadores a los que admiramos por su trabajo; ahí están Paul Booth de Nueva York, con su tatuaje surrealista, que es impresionante, además de que también es pintor, escultor y músico; Nikko Hurtado, de California, un especialista en retratos a color y ahí tenemos a Mark Mahoney, de Hollywood, padre fundador del arte negro y gris con una sola aguja.

¿Su “hincar la tinta”, entonces, tiene que ver con la libertad artística de aquellos gigantes pictóricos?

L-¡Totalmente! Conozco artistas muy actuales, de hecho, que son escultores, grafiteros y muralistas que han dado el salto al tatuaje o que se han permitido experimentar. Van y se deciden a “hincar la tinta”. Son el reflejo actual de aquellos grandes pintores.

Entonces, ustedes no son como una gran parte de los tatuadores que, por lo general, agarran un diseño de un banco de imágenes y lo reproducen.

A- A mí no se me hace para nada ético dicho proceder. Ahora, hay que aclarar que el boom del mercado tatuador ha provocado justo eso. Respetable, en términos monetarios. Pero creo que nosotros hemos creado un vínculo en donde “los clientes” no lo son en realidad. Es gente que merece todo nuestro respeto porque nos busca precisamente por nuestra propuesta artística y por nuestra técnica muy íntima, nuestro estilo, nuestro sello… nuestro arte.

¿De dónde sale el nombre tan peculiar de su estudio, DROQXVI?

L- Jugamos ahí un poco con nuestros nombres, con el nombre de nuestro hijo Roque y con su fecha de nacimiento.

Su estudio está decorado con pinturas, hermosas y retadoras, de catrinas. ¿En algún momento éstas serán parte de su propuesta?

L- ¡Definitivamente! Las catrinas son parte de mi propuesta artística. La muerte es significativa para todo mexicano, y va muy de la mano con lo que sucede en mi ciudad, Guadalajara. Ese vínculo muy local, muy específico, es lo que yo quiero plasmar.

¿Pretendes emular a Posadas?

L- No pretendo compararme con Posadas. Sólo digo que en algún momento me encantaría que mis catrinas estén inequívocamente relacionadas conmigo. Y, en ese sentido, tal vez, no sé, que se identifique al mismo tiempo la obra y se diga “esta es una catrina de Guadalajara”. Que por lo menos se diga “ese artista es de ahí”, porque no sólo es la propia propuesta artística, sino que, no sé, que cualquier persona venga, vea nuestra galería y se lleve un cuadro y que en una de esas se atreva y diga “y también quiero un tatuaje de este artista”.

Que me reconozcan por mi manera única de expresarme en el arte que hago. Me encantan las catrinas, las rosas y la muerte, son temas recurrentes en mi propuesta. Y lo son porque desde niño me impactaba la muerte, me daba miedo saber que las personas se iban, que ya no estaban. Luego viví una pérdida muy personal que, definitivamente, fue mi gran lección.

Un día, luego de haber experimentado mucho dibujando calaveras de formas muy tenebrosas, lo tengo que decir, me atreví a dibujar una catrina. Y ahí fue cuando experimenté la gran diferencia. Logré que mi mamá me dijera “¡ah, mira, qué bonitooo!”. Ahí supe que había logrado por fin sacar desde bien adentro lo que en realidad andaba buscando sin que el espectador sólo se fijara en lo tétrico o en lo tenebroso de la obra. Mencionar la reacción de mi madre sonará muy básico, lo sé, pero ahí hallé el equilibrio como artista primigenio y de ahí surgió mi cariño por la catrina. Y ahora que lo pienso, más específicamente… ¡por mi Catrina!

En el arte como en la pareja, ¿se puede afirmar que a pesar de todos los conflictos existe realmente la anhelada comunión?

A- Yo creo que sí. Es muy chistoso. Cuando estamos en pleno proceso creativo y surge un conflicto, el enfrentamiento al final no es tal, pues estamos todo el tiempo teniendo como telón de fondo lo mejor para la propuesta artística, esa que sabemos bien que estamos creando juntos. Para mí eso es lo que hace el arte con nosotros. Que incluso en el conflicto, sigue siendo creación. Y eso, créeme, cuenta mucho al final.

Pero es inevitable. Esa batalla salta a la vista. Supongo que del tipo de conflicto entre la luz y la obscuridad será el tipo de obra que nazca.

A-Creo que es justo así. Tengo un ejemplo que creo que es perfecto para eso. Hace tiempo tuve un “cliente” que quería un tatuaje que evocara la música. No me preguntes por qué, pero, curiosamente, durante mi proceso al realizar mi propuesta, con color, yo lloré. Cada vez que yo empapaba el pincel yo lloraba y lloraba.

Me tardé un mes, pues el cuadro implicaba como técnica deslices de gota, gota por gota, así se fue conformando la obra, un cuadro que titulé Espejo.

El tatuaje ya no se realizó, pues al cliente le espantó mi Espejo; no obstante, su obscuridad significó la más clara y luminosa de las transiciones para poder decirle fuerte y alto a mi posible espectador ahora más que nunca lo sé, soy una artista y mi arte será evocarte, será sacudirte, será conmoverte… será tatuarte.

Redes sociales:

* Escritor, traductor literario y politólogo, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

Por su inquietud de explorar y conocer otras aproximaciones al arte, dos jóvenes pintores tapatíos se acercaron al tatuaje influenciándose mutuamente por medio de las técnicas que cada uno conocía y manejaba.

Así, Alejandra Rodríguez Salazar y Leonardo Favio De Reza Vélez unieron su propuesta como tatuadores, con su arte y con la pintura.

“La pintura como tal nos ayudó a hacer explotar por fin eso que teníamos como estancado y darle un giro mucho más profesional. En mi caso, con mi elemento, que es el color, fue ir progresando, pues yo comencé con acuarela, después salté al óleo, pero al final el uso del lápiz fue lo que más me agradó. Me atrapó mucho la experimentación con el color. Cuando Leo llega a mi vida, pues mi técnica también cambió” explica Alejandra.

¿Cómo fueron cambiando sus técnicas a partir de que se conocen?

Leo-Nos conocimos por una amiga en común, que de pronto quiso hacerse un tatuaje y recurrió a mí para que yo le hiciera un diseño, y a Alex le pidió la ejecución. Entonces, esta amiga en común de buenas a primeras nos convoca ya para el mero día del tatuaje, para que ella fuera viendo mi diseño y para que luego yo y Alex fuéramos decidiendo el paso al tatuaje. Fue así como nos conocimos. Yo hacía diseños y sabía cosas del tatoo. Tenía mucho contacto con ese mundo. No obstante, lo único que me faltaba era hincar la tinta.

¿Qué sucedía en tus adentros que no te animabas a hincarla?

L- Creo que cuando me plantee o pensé esa frase por primera vez fue curiosamente porque yo no estaba preparado todavía para tatuar. Creo que más bien era un indicador de que yo aún necesitaba un desarrollo, cierto crecimiento, entendimiento mío para asentar un montón de cosas. Y me gustó que haya sido así, pues tatuar, más allá de lo que diga el imaginario popular, es un proceso complejo, y mucho más todavía cuando uno va a poner su arte de por medio.

Con varias exposiciones en su currículo, como una en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la CDMX, y en diversos espacios en la capital de Jalisco como la del Centro Cultural André Bretón. “Catrinas y pesadillas de color”.

¿Consideran alguna influencia pictórica de los grandes maestros?

Alex- Picasso me encanta por su aspecto abstracto, me fascina, pero yo no sigo su técnica para hacer de mi propuesta algo abstracto sino que me enfoco más en observar su manejo del color. Leonardo Da Vinci es otro pintor que me fascina, pero más que su arte, lo que me fascina es su personalidad. Su mente y su corazón realmente libres para su época.

A y L- Ser arriesgados como Miguel Ángel y tocar el alma del espectador como lo hizo Rafael. Nos identificamos con dos grandes del Barroco, Rembrandt y Caravaggio. Otro contemporáneo que nos marca en lo profundo es Dalí, su visión abstracta, surrealista, cubista, llena de colorido y obscuridad, hace que nos perdamos en el pensamiento de los innovadores del arte, pues se mantuvieron como pintores auténticos ante el mundo que les tocó, con una propuesta muy suya y de nadie más.

En el sentido de lo auténtico, hay tatuadores a los que admiramos por su trabajo; ahí están Paul Booth de Nueva York, con su tatuaje surrealista, que es impresionante, además de que también es pintor, escultor y músico; Nikko Hurtado, de California, un especialista en retratos a color y ahí tenemos a Mark Mahoney, de Hollywood, padre fundador del arte negro y gris con una sola aguja.

¿Su “hincar la tinta”, entonces, tiene que ver con la libertad artística de aquellos gigantes pictóricos?

L-¡Totalmente! Conozco artistas muy actuales, de hecho, que son escultores, grafiteros y muralistas que han dado el salto al tatuaje o que se han permitido experimentar. Van y se deciden a “hincar la tinta”. Son el reflejo actual de aquellos grandes pintores.

Entonces, ustedes no son como una gran parte de los tatuadores que, por lo general, agarran un diseño de un banco de imágenes y lo reproducen.

A- A mí no se me hace para nada ético dicho proceder. Ahora, hay que aclarar que el boom del mercado tatuador ha provocado justo eso. Respetable, en términos monetarios. Pero creo que nosotros hemos creado un vínculo en donde “los clientes” no lo son en realidad. Es gente que merece todo nuestro respeto porque nos busca precisamente por nuestra propuesta artística y por nuestra técnica muy íntima, nuestro estilo, nuestro sello… nuestro arte.

¿De dónde sale el nombre tan peculiar de su estudio, DROQXVI?

L- Jugamos ahí un poco con nuestros nombres, con el nombre de nuestro hijo Roque y con su fecha de nacimiento.

Su estudio está decorado con pinturas, hermosas y retadoras, de catrinas. ¿En algún momento éstas serán parte de su propuesta?

L- ¡Definitivamente! Las catrinas son parte de mi propuesta artística. La muerte es significativa para todo mexicano, y va muy de la mano con lo que sucede en mi ciudad, Guadalajara. Ese vínculo muy local, muy específico, es lo que yo quiero plasmar.

¿Pretendes emular a Posadas?

L- No pretendo compararme con Posadas. Sólo digo que en algún momento me encantaría que mis catrinas estén inequívocamente relacionadas conmigo. Y, en ese sentido, tal vez, no sé, que se identifique al mismo tiempo la obra y se diga “esta es una catrina de Guadalajara”. Que por lo menos se diga “ese artista es de ahí”, porque no sólo es la propia propuesta artística, sino que, no sé, que cualquier persona venga, vea nuestra galería y se lleve un cuadro y que en una de esas se atreva y diga “y también quiero un tatuaje de este artista”.

Que me reconozcan por mi manera única de expresarme en el arte que hago. Me encantan las catrinas, las rosas y la muerte, son temas recurrentes en mi propuesta. Y lo son porque desde niño me impactaba la muerte, me daba miedo saber que las personas se iban, que ya no estaban. Luego viví una pérdida muy personal que, definitivamente, fue mi gran lección.

Un día, luego de haber experimentado mucho dibujando calaveras de formas muy tenebrosas, lo tengo que decir, me atreví a dibujar una catrina. Y ahí fue cuando experimenté la gran diferencia. Logré que mi mamá me dijera “¡ah, mira, qué bonitooo!”. Ahí supe que había logrado por fin sacar desde bien adentro lo que en realidad andaba buscando sin que el espectador sólo se fijara en lo tétrico o en lo tenebroso de la obra. Mencionar la reacción de mi madre sonará muy básico, lo sé, pero ahí hallé el equilibrio como artista primigenio y de ahí surgió mi cariño por la catrina. Y ahora que lo pienso, más específicamente… ¡por mi Catrina!

En el arte como en la pareja, ¿se puede afirmar que a pesar de todos los conflictos existe realmente la anhelada comunión?

A- Yo creo que sí. Es muy chistoso. Cuando estamos en pleno proceso creativo y surge un conflicto, el enfrentamiento al final no es tal, pues estamos todo el tiempo teniendo como telón de fondo lo mejor para la propuesta artística, esa que sabemos bien que estamos creando juntos. Para mí eso es lo que hace el arte con nosotros. Que incluso en el conflicto, sigue siendo creación. Y eso, créeme, cuenta mucho al final.

Pero es inevitable. Esa batalla salta a la vista. Supongo que del tipo de conflicto entre la luz y la obscuridad será el tipo de obra que nazca.

A-Creo que es justo así. Tengo un ejemplo que creo que es perfecto para eso. Hace tiempo tuve un “cliente” que quería un tatuaje que evocara la música. No me preguntes por qué, pero, curiosamente, durante mi proceso al realizar mi propuesta, con color, yo lloré. Cada vez que yo empapaba el pincel yo lloraba y lloraba.

Me tardé un mes, pues el cuadro implicaba como técnica deslices de gota, gota por gota, así se fue conformando la obra, un cuadro que titulé Espejo.

El tatuaje ya no se realizó, pues al cliente le espantó mi Espejo; no obstante, su obscuridad significó la más clara y luminosa de las transiciones para poder decirle fuerte y alto a mi posible espectador ahora más que nunca lo sé, soy una artista y mi arte será evocarte, será sacudirte, será conmoverte… será tatuarte.

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* Escritor, traductor literario y politólogo, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

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