/ sábado 11 de septiembre de 2021

Celebran 50 años del Festival de Rock y Ruedas de Avándaro

El sábado 11 de septiembre de 1971 tuvo lugar la única edición de este festival de rock mexicano y carreras de automóviles  

Medio siglo han pasado de aquel sábado 11 de septiembre de 1971, donde Luis de Llano, Justino Compean y demás socios decidieron llevar la emergente música de rock mexicano a un valle en medio del bosque de Valle de Bravo, en Avándaro.

50 años después de aquel grito de júbilo de la juventud ávida de espacios de participación, que sirvió como foro de expresión cultural para un género musical acorde a la época: el rock.

Luego del autoritarismo y represión gubernamental que sufrió la juventud capitalina en octubre de 1968 y junio de 1971, el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro se convirtió en el ágora de la expresión cultural y social de la época, con cierto grado de libertad y rebeldía.

Así lo comentaron los organizadores y asistentes a los eventos conmemorativos por el 50 aniversario de tal momento, que se convirtió en el parteaguas del rock mexicano y de la vida de aquel municipio del sur del Estado de México.

"Cuando me dijeron que eran los 50 años, junté todos mis papeles, junté a todo mi equipo de gentes, fotografías y logramos hacer este libro. (...) Para mí no es la versión oficial, pero para mí dice la verdad", declaró Luis de Llano Maceno, entrevista con El Sol de Toluca.

Y es que, como parte de estas actividades conmemorativas, el libro "Avándaro, 50 años. Cuando el rock mexicano perdió la inocencia" , fue presentado durante el conversatorio que sostuvieron Luis de Llano, Jordi Arenas, Ricardo Ortega, Benjamín Salcedo y Rubén Mendieta.

En el cual, recordaron desde la visión de los organizadores, cómo fue el desarrollo de este festival musical, relatando, deconstruyendo y mitificando lo que sucedió en aquel sábado 11 de septiembre de hace 50 años.

"(Estamos) celebrando nuestro cumpleaños 50 en Valle de Bravo, es algo muy interesante y muy especial para nosotros porque estoy recordando qué pasó hace 50 años".

"Me da mucho gusto que gracias a este movimiento de música que logró la gente, Valle ha crecido como ha crecido y que Avándaro también creció", declaró Luis de Llano.

Durante la charla celebrada en el Centro Cultural Edomex, en Valle de Bravo, Ricardo Ortega refirió que dicho evento se convirtió en un descontrol para el gobierno.

"El gobierno se encontró con algo que estaba fuera de su control", puntualizó.

Pues inevitablemente, la multitud de jóvenes remitió a la memoria colectiva al 2 de octubre de 1968 y al 10 de junio de 1971, ejemplificando con el temor vivido al ver volar un helicóptero en el evento, que causó furor entre los asistentes al festival.

Destacando que fue un hecho sin precedentes, al colocar en el mismo nivel social a todos los gustosos por el rock sufriendo la misma lluvia y el mismo lodo.

Jordi Arenas capturó al festival como un momento de magia, en el sentido de la palabra "comunidad", pues la juventud se dio cuenta que tenía voz y que podía gritar, dándose cuenta que tenían el poder decir que las cosas les gustaban de manera diferente.

Coincidiendo con lo comentado por Benjamín Salcedo y Rubén Mendieta, quienes abonaron en que Avándaro 1971 dio la identidad que necesitaba el emergente rock mexicano, el cual se llevaba a cabo de manera clandestina.

¿Qué significó este festival para la gente de Valle de Bravo?

Gustavo Marcovich y Camila Mendoza presentaron el documental "Avándaro 71: La visión de los vecinos", un producto audiovisual excelso que recolectó el sentir de algunos vallesanos ante un hecho que marcaría el rumbo futuro del ahora Pueblo Mágico.

Con un sentido chusco (si vale la palabra), hilaron las ideas de los habitantes de Valle de Bravo, visitantes, comerciantes, que no tenían más de 20 años cuando un grupo de greñudos hippiosos invadieron su pueblo "ranchero".

Entre risas, curiosidades y nostalgias, dieron voz a los vallesanos que eran temerosos ante los rumores que había alrededor del festival, reconociendo el cambio de dinámica social a partir de este momento vivido.

Si bien, se ha dicho mucho sobre este festival ícono para algunos y desapercibido para otros, la verdad se ha logrado escribir conforme los años pasan. Con los relatos de quienes estuvieron ahí, mojándose y cantando, y con aquellos que les contaron cómo fue que lo vivieron.

Medio siglo han pasado de aquel sábado 11 de septiembre de 1971, donde Luis de Llano, Justino Compean y demás socios decidieron llevar la emergente música de rock mexicano a un valle en medio del bosque de Valle de Bravo, en Avándaro.

50 años después de aquel grito de júbilo de la juventud ávida de espacios de participación, que sirvió como foro de expresión cultural para un género musical acorde a la época: el rock.

Luego del autoritarismo y represión gubernamental que sufrió la juventud capitalina en octubre de 1968 y junio de 1971, el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro se convirtió en el ágora de la expresión cultural y social de la época, con cierto grado de libertad y rebeldía.

Así lo comentaron los organizadores y asistentes a los eventos conmemorativos por el 50 aniversario de tal momento, que se convirtió en el parteaguas del rock mexicano y de la vida de aquel municipio del sur del Estado de México.

"Cuando me dijeron que eran los 50 años, junté todos mis papeles, junté a todo mi equipo de gentes, fotografías y logramos hacer este libro. (...) Para mí no es la versión oficial, pero para mí dice la verdad", declaró Luis de Llano Maceno, entrevista con El Sol de Toluca.

Y es que, como parte de estas actividades conmemorativas, el libro "Avándaro, 50 años. Cuando el rock mexicano perdió la inocencia" , fue presentado durante el conversatorio que sostuvieron Luis de Llano, Jordi Arenas, Ricardo Ortega, Benjamín Salcedo y Rubén Mendieta.

En el cual, recordaron desde la visión de los organizadores, cómo fue el desarrollo de este festival musical, relatando, deconstruyendo y mitificando lo que sucedió en aquel sábado 11 de septiembre de hace 50 años.

"(Estamos) celebrando nuestro cumpleaños 50 en Valle de Bravo, es algo muy interesante y muy especial para nosotros porque estoy recordando qué pasó hace 50 años".

"Me da mucho gusto que gracias a este movimiento de música que logró la gente, Valle ha crecido como ha crecido y que Avándaro también creció", declaró Luis de Llano.

Durante la charla celebrada en el Centro Cultural Edomex, en Valle de Bravo, Ricardo Ortega refirió que dicho evento se convirtió en un descontrol para el gobierno.

"El gobierno se encontró con algo que estaba fuera de su control", puntualizó.

Pues inevitablemente, la multitud de jóvenes remitió a la memoria colectiva al 2 de octubre de 1968 y al 10 de junio de 1971, ejemplificando con el temor vivido al ver volar un helicóptero en el evento, que causó furor entre los asistentes al festival.

Destacando que fue un hecho sin precedentes, al colocar en el mismo nivel social a todos los gustosos por el rock sufriendo la misma lluvia y el mismo lodo.

Jordi Arenas capturó al festival como un momento de magia, en el sentido de la palabra "comunidad", pues la juventud se dio cuenta que tenía voz y que podía gritar, dándose cuenta que tenían el poder decir que las cosas les gustaban de manera diferente.

Coincidiendo con lo comentado por Benjamín Salcedo y Rubén Mendieta, quienes abonaron en que Avándaro 1971 dio la identidad que necesitaba el emergente rock mexicano, el cual se llevaba a cabo de manera clandestina.

¿Qué significó este festival para la gente de Valle de Bravo?

Gustavo Marcovich y Camila Mendoza presentaron el documental "Avándaro 71: La visión de los vecinos", un producto audiovisual excelso que recolectó el sentir de algunos vallesanos ante un hecho que marcaría el rumbo futuro del ahora Pueblo Mágico.

Con un sentido chusco (si vale la palabra), hilaron las ideas de los habitantes de Valle de Bravo, visitantes, comerciantes, que no tenían más de 20 años cuando un grupo de greñudos hippiosos invadieron su pueblo "ranchero".

Entre risas, curiosidades y nostalgias, dieron voz a los vallesanos que eran temerosos ante los rumores que había alrededor del festival, reconociendo el cambio de dinámica social a partir de este momento vivido.

Si bien, se ha dicho mucho sobre este festival ícono para algunos y desapercibido para otros, la verdad se ha logrado escribir conforme los años pasan. Con los relatos de quienes estuvieron ahí, mojándose y cantando, y con aquellos que les contaron cómo fue que lo vivieron.

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