Desoladas lucen las galeras, salas, salones y patios de la Casa de Cultura de este municipio, tras la disputa de la administración del inmueble entre el Ayuntamiento de Valle de Bravo y el gobierno estatal.
Dejando como principal daño colateral el desmonte de la exposición artística del finado Fernando Cano, "Entre musas y faunos", la cual se exponía desde noviembre pasado y permanecería en el inmueble hasta el próximo mes de abril.
Durante la visita de Martel Cano, viuda de Fernando Cano, al Centro Regional de Cultura de Valle de Bravo, expresó su sentir ante la situación que se vive, lamentando que la gente Vallesana no haya visto la exposición durante el mes de marzo.
"Que triste que de pronto se vaya a perder el criterio de que los vallesanos, que no es la élite, sino el centro de Valle, la gente de Valle, se vayan a perder espacios que han sido bien dirigidos y suficientemente patrocinados, apoyados", lamentó Martel Cano.
Desde temprano, la viuda del expositor verificó el estado en el que se encontraban las piezas de la obra expuesta, pues aseguró no tenerlas aseguradas en caso de daño.
Sin embargo, las obras fueron retiradas por personal de la Secretaría de Cultura y Turismo mexiquense, las cuales resguardaron en el Museo Arqueológico, a unos pasos de la casa de cultura.
Agradeció la atención de las autoridades estatales, al resguardar la obra de Fernando Cano ante posibles ataques que pudiera propiciar la situación actual que se vive en la
Casa de Cultura.
"Valle de Bravo va a tener que sufrir que a lo mejor, no les guste los eventos culturales, pues habría que ver como nos vamos a seguir educando por la paz y para la paz", aseveró la vida de Fernando Cano.
"Por qué el arte, lo único que pretende traer, es hacernos conciencia de vivir en armonía, de culturizarnos", concluyó.
Otra parte de la obra, la más grande de tamaño, permanece al interior de la Casa de Cultura, donde esperará a ser empaquetada por la propia Secretaría en próximos días.
De esta manera, durante el Día Internacional del Escultor, la obra de Fernando Cano permaneció resguardada, entre bolsas de burbuja en uno de los salones del Museo Arqueológico, siendo el principal daño colateral que ha dejado el posible cambio de administración del lugar.