La Santa Veracruz, una de las icónicas iglesias que se encuentran en el centro de Toluca, resguarda en su interior una de las piezas arquitectónicas más bellas y representativas de la capital mexiquense, un Cristo negro.
La leyenda cuenta que la imagen del Cristo negro, crispado y encogido, fue en algún tiempo la imagen más bella que existió sobre la tierra; por ello, el nombre de la iglesia de la "cruz verdadera".
Se cuenta que el color negro se debe a que un párroco envidioso vertió veneno en el vino de la ofrenda del rito litúrgico y que éste fue absorbido por el Cristo, quien se puso negro y empezó a encogerse.
Hasta estos días, lo fieles católicas siguen asegurando que cada vez que en Toluca ocurre algo malo el Cristo se encoge cada vez más y más, así hasta que lo haga del todo; en ese momento, dicen, Toluca dejará de existir.