Julia Villavicencio es una de las tantas emprendedoras que se plantearon un proyecto que mezcle la cuestión de la sustentabilidad y el apoyo a comercios locales para poder producir unos de los productos más comunes en la vida cotidiana “jabones”.
Estos son creados de manera artesanal, es decir, realizados a mano, con materia prima adquirida en de cooperativas familiares que se encuentran dispersas en diferentes estados del país.
El proceso comienza colocando una base de coco, oliva y resina, para posteriormente, mezclarlo con aceites, colorantes y sosa cáustica, un alcalino que tras el proceso de mezclas, termina por convertirse en una sal.
Comentó que sus jabones tienden a ser de mayor suavidad y menos grasos para la piel en comparación con un jabón comercial, no utiliza manteca de cerdo como los productos realizados en masa, proponiendo una realización de cosméticos libre de maltrato animal, sin olvidar la cuestión ambiental, ya que sus productos son biodegradables.
El olor que despide su laboratorio se huele a metros y todo se debe a que utiliza aceites esenciales, destilados de las plantas o vegetales como la naranja, el romero, el limón, la avena y el eucalipto.
Los colorantes también son procesados en el laboratorio y van desde el carbón activado, la arcilla rosa, manzanilla o la caléndula que servirán para producir los casi mil jabones que se fabrican al mes por parte del taller Mahwu.