Una visita al Pueblo Mágico de Valle de Bravo ofrece experiencias culturales que se pueden sentir y vivir desde la gastronomía local.
Para llevarse una muestra de la sazón que tienen las manos vallesana, basta con darse una vuelta en el tradicional Callejón del Hambre.
Aquí se encontrarán con cinco puestos de tacos blandos de distintas carnes, ideales para satisfacer el hambre a precio accesible.
La experiencia es completa. Pues desde que se comienza a recorrer el Callejón, ubicado a 20 metros de la parroquia de San Francisco de Asís en el centro del municipio, los ayudantes ofrecen sus tacos con un ingenio sin igual, lo que hace volar a la imaginación del comensal con los olores desprendidos de las carnes preparadas.
En las planchas calientes, los maestros taqueros avientan los cortes de bistec, longaniza, costilla, arrachera, tripa, adobada, cecina, los cuales chillan cuando el aceite hace su trabajo de cocción, dispersado entre todas las que se están haciendo.
Esto se hace a la vista de quien los está saboreando, garantizando la frescura en la preparación de sus tacos, y enseñando el proceso de cómo se conciben hasta llegar a los platos.
Entre los tacos más codiciados por los visitantes del Callejón del Hambre se encuentra el de Al Pastor, cuyo modo de preparación lo distingue del resto de los demás municipios de la zona.
Bien sazonado, se le agrega piña, cebolla y cilantro, listo para que abrace la carne con las dos tortillas y se saboree con la salsa de aguacate o unos chiles manzanos marinados.
A un costado, en el Callejón de Villagrán, los típicos esquites también ofrecen un pedacito de Valle a sus visitantes.
Por si queda un huequito en el estómago para llenar, después de unos buenos tacos, los esquites naturales, de camarón o con manzano son el complemento ideal en la visita al Pueblo Mágico sureño.
Además, los elotes preparados, hervidos o asados, son una opción en el recorrido por el Callejón.
Por último, pero no menos importante, el postre, puede ser más ligero, pues también se encuentran en este sitio las originales campechanas vallesanas, tan frágiles como si fuesen un pedacito de oblea caramelizada.
Es así como en un callejón, los sabores vallesanos se mezclan entre sí para regalar a los comensales, visitantes y habitantes de Valle de Bravo un cachito de cultura de este lugar turístico.