Joaquín Arcadio Pagaza, el poeta vallesano

Se cumplen 101 años de la muerte del poeta vallesano Joaquín Arcadio Pagaza

Arturo Aguilar

  · martes 10 de septiembre de 2019

Foto: Arturo Aguilar

Una mañana de abril de 1864, ordenado como sacerdote, Joaquín Arcadio Pagaza regresaba a su pueblo natal, en esta ocasión, para oficiar una misa en la parroquia de Valle de Bravo.

Párroco de Tenango del Valle y Taxco, y obispo de Veracruz, don Joaquín Arcadio Pagaza ha sido uno de los filósofos y poetas vallesanos que ha dejado un legado cultural para el municipio del sur mexiquense.

Reconocido por sus poemas en los que plasmaba el paisaje de los lugares que se encontraba, nació el 6 de enero de 1839 en una casa bajo los portales de Valle de Bravo, hoy en día, sería la esquina de la calle que lleva su nombre, Joaquín Arcadio Pagaza, con Monte Alegre, en el centro del pueblo mágico.

Foto: Arturo Aguilar

Sin embargo, creció en el actual Museo Joaquín Arcadio Pagaza, apenas una cuadra antes del sitio que lo vio nacer.

Durante la intervención francesa, según los relatos escritos en el libro Soy Joaquín Arcadio Pagaza publicado en el 2018, el largo peregrinar para ordenarse como sacerdote lo llevó a Veracruz, con la finalidad de embarcarse con rumbo a Cuba, pues ahí se encontraba el único obispo que podía hacer tal designio para los hombres de Dios.

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Sin embargo, con suerte, el obispo se encontraba en el mismo puerto, por lo que en Veracruz recibió los votos como sacerdote.

A su regreso para la Ciudad de México, tuvo que entrevistarse con el general Ignacio Zaragoza, para pedirle un salvo conducto y, con éste, poder cruzar por Puebla sin mayores contratiempos.

Tradujo del latín al español poemas de Horacio y Virgilio, y como sacerdote, fue pionero en la creación del Semianrio Conciliador de Toluca, cuya primera sede estuvo en el Templo de Santa María Ahuacatlán de Valle de Bravo.

Admirado por Rafael Ángel de la Peña, Manuel José Othón, Amado Nervo, entre otros más, Joaquín Arcadio Pagaza describió con versos más de un paisaje de su natal Valle de Bravo, cuando este municipio se dedicaba a la siembra con apenas unos ríos corriendo por el valle, sin la presa turística con la que hoy lo vemos.

El 11 de septiembre de 1918 falleció en Xalapa, Veracruz, a la edad de 78 años, y tiempo después, sus familiares trajeron sus restos a Valle de Bravo, los cuales descansan en una cripta debajo del altar de la parroquia de Valle de Bravo.

Actualmente, su legado es conmemorado por los vallesanos, los cuales le han colocado su nombre a un museo, una calle, un centro regional de cultura, una plazoleta y a la primera escuela primaria fundada en 1951.

Foto: Arturo Aguilar