Con toda seguridad el nombre te es conocido, hay muchos centros escolares en el Estado de México para celebrar una de las mexiquenses más célebres, la otra gran figura es Juana Inés de Asbaje, conocida como sor Juana, pero deberíamos reintegrarles a las dos su identidad original porque en el caso de Juana Inés ella no quiso vivir recluida en un convento, sino ser una mujer libre para estudiar y escribir sobre todos los temas que le interesaron. En el caso de la hoy celebrada poeta, narradora, periodista, pedagoga, traductora, investigadora del más alto nivel (ahora pertenecería sin duda al SNI), empresaria editorial, gran viajera y representante mexicana en diversos congresos, su identidad propia es Laura Méndez Lefort. El matrimonio con Agustín Cuenca fue, por decir lo menos, difícil, te sugiero leer este gran libro.
Mílada Bazant dedicó entusiasmo y perseverancia para lograr esta magnífica biografía de casi 500 páginas. En este trabajo la investigadora evita las apologías innecesarias pues una biografía incluye lo extraordinario, pero también lo desagradable del carácter y desempeño de esta persona, incluye también los reveses de fortuna, es decir, las cimas y las simas de la biografiada.
Mílada Bazant expone la grave falta, el “desliz” de Méndez Lefort con Manuel Acuña (el de Rosario de la Peña, la musa inaccesible, fuente de innumerables poemas, precisamente por ser inaccesible, de otra forma, ella también hubiera sido señalada por la sociedad), ella, Laura Méndez, se enamora de Agustín, tienen un hijo fuera del contrato, perdón, del matrimonio, ese espacio fijado socialmente para legitimar la unión mujer y hombre. Manuel Acuña el poeta y Manuel Acuña el bebé mueren en un mes, el primero se suicida y el segundo porque en el siglo XIX moría un gran porcentaje de bebés antes de cumplir un año, por diversas enfermedades, por fortuna hoy prevenibles o curables.
Para Laura Méndez, esa falta imperdonable de amar intensa y libremente, fue como una marca fijada con fuego sobre su rostro, fue señalada por todos cuantos la conocieron en la Ciudad de México y también en Toluca (trabajó brevemente aquí), toda su vida la persiguió esa etiqueta de mujer disidente de las normas expresamente fijadas para ellas. Nunca le perdonaron la falta a pesar de ser considerada una de las primeras mujeres mexicanas de la Modernidad, ella, como Juana Inés de Asbaje se creó a sí misma con base en el estudio, llegó a dominar cinco idiomas, incluso, ya en su vejez estudió el sánscrito. Nunca dejó su amistad con los libros, ellos le brindaron consuelo en una vida llena de logros profesionales no reconocidos, porque curiosamente, es un evento común entre las mujeres escritoras mexicanas, ella terminó su vida en la pobreza, a pesar de haber dejado un legado cultural inmenso en la educación, en la literatura y en el feminismo.
Ahora, la UAEM, nuestra universidad estatal, dedicó la pasada FILEM a esta mujer mexiquense, inquieta, prolífica, adelantada a su tiempo; pero no termina de integrar los logros, los intereses y el ejemplo de esta mujer excepcional. ¿Por qué este mismo recinto universitario no se anima a hacer Historia al equiparar los contenidos de sus planes de estudio con el porcentaje de mujeres en su alumnado? La feminización de la matrícula universitaria en todas las universidades nacionales es una evidente mayoría, en la UAEM casi son el 70%, pero los temarios continúan siendo casi absolutamente masculinos.
Es momento de transformaciones atrevidas y positivas, demandadas no solo en México sino en el planeta entero. Y tú, qué piensas ¿“Así ha sido siempre” o te animas a leer sobre la vida y obra de Laura Méndez Lefort y continuar su ejemplar trayectoria?