El polígrafo mexicano publicó poesía, ensayo, teatro, crónica y un libro dedicado a la gastronomía y enología: Memorias de cocina y bodega. Si vemos una fotografía del regiomontano sonriente, con seguridad recién habría terminado una de las espléndidas comidas (o cenas) en Madrid, Buenos Aires, Londres, París o la ciudad de México, relatadas con su incomparable prosa en estas concisas pero entrañables memorias.
Si sus libros dedicados a exploraciones intelectuales requieren disciplina, Memorias de cocina y bodega es un deleite para las personas interesadas en gastronomía o para quienes solo deseamos disfrutar la maestría narrativa de Reyes. Relata un tiempo pasado —en nuestros días de pandemia, sin duda todo tiempo pasado fue mejor—, de viajes con encomiendas diplomáticas y, entre sesiones de trabajo o al final de la jornada, Reyes y sus amistades comían banquetes pantagruélicos: paellas, fabadas, jamones serranos, chorizos de Cantimpalo, longanizas de Bernuy y butifarras en España, en Francia la raya en mantequilla negra, las amagas endivias flamencas, queso de Brie y trufas al champaña.
- Por si no lo viste | Frida Kahlo en París, 1939
Sus notas culinarias están intercaladas con personajes históricos, alusiones literarias o figuras importantes del momento histórico que le tocó vivir, esa destreza de Reyes convierte este breve tratado en una joya, síntesis sumamente afortunada de años de lecturas y de un dominio de la escritura solo comparable con la alegría de Reyes ante una mesa plena de aromas y sabores.
Si me fuera concedido un deseo con gusto cambiaría las 600+ páginas de sus tomos de divagaciones mitológicas para permutarlas por las 122 páginas de Memorias de cocina y bodega; el Alfonso Reyes más entrañable: el insaciable gourmand (no “gourmet”, él mismo nos corrige) y su oficio literario. Compra este libro, es accesible y merece estar en todas las bibliotecas, tiene el sello editorial Lectorum. Te invitará a escribir tus propias memorias de cocina y bodega.