Dice el diccionario que “el sacrificio” es una ofrenda hecha a una divinidad en señal de reconocimiento u obediencia, o para pedir un favor.
Sabemos que los aztecas ofrecían la vida de mujeres, hombres y hasta niños a los Dioses para mantener el equilibrio del universo.
La sangre era considerada una potente fuente nutrimental para las deidades mayas, por lo tanto, el sacrificio de una vida humana era la ofrenda definitiva de sangre a los dioses.
Con toda esta herencia emocional a cuestas, yo prefería utilizar la palabra intercambio para señalar aquello que dejamos en el pasado y obtener algo diferente, pero después entendí que la palabra “sacrificio” era la adecuada, pues hay dolor por la pérdida; eso hay que asumirlas.
En el camino del Liderazgo, el líder sabe que debe tomar decisiones que implican la renuncia a cosas, condiciones y circunstancias que han formado parte de sí y que le hacen ser la persona que es; tanto es así que su subconsciente defenderá a capa y espada eso de lo que está hecho.
Pero el líder tiene a unos aliados poderosos, su consciente y las facultades intelectuales de las cuales fuimos dotados para asumir el dolor por la pérdida y saber que aquello que está atrayendo es de mayor bien para su vida.
Las facultades intelectuales con las que cuenta el líder para anclar sus decisiones y con ello sus acciones son: la percepción, la voluntad, la imaginación, la memoria, la intuición y la razón, de tales facultades hablaremos en la siguiente entrega.
Por lo pronto, el líder debe saber que “el sacrificio”, es dolor, ese dolor representa la pérdida de algo que forma parte de él, sí, muchas veces son cosas o actos que le tiene atado y que de manera consciente le dañan, ahí podemos mencionar cualquier tipo de adicción, pero muchas más son condiciones o circunstancias que le son hermosas y que le aportan valor, coloco algunos ejemplos: comer con su familia, fines de semana libres, tardes con su pareja, ocio televisivo, tiempo con amigos, visitas familiares, etcétera.
El tiempo siempre es el mayor sacrificio al que se enfrenta un líder y es de todos los días, por eso se vuelve tan doloroso, no es la promesa de hacer algo, es el irremediable proceso de quitarle horas, minutos y segundos a una actividad de la cual ya sabemos los resultados, para ponerlo en otra que de entrada no sabemos lo que nos aportará, eso duele.
A quien duda del valor del sacrificio en aras de una vida como líder y lo que ello significa, le puedo decir, en base a la experiencia propia, que la recompensa es mayor al dolor soportado. Un líder se sacrifica.
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¡Abrazos, todos!