El arte literario presta sus formatos en tiempos convulsos. La eficiente escritura de Elpidia García narra la parte oculta de la crueldad casi indescriptible detrás de cada nota roja. Cuenta, asimismo, la nueva esclavitud legalizada (trabajo en maquiladoras) o la aparentemente irrefrenable pulsión destructora de un hombre hacia una joven mujer en una habitación de hotel, donde la chica del aseo, al otro día, descubre solo un cuerpo, frío y anónimo.
Nació en Chihuahua, trabajó tres décadas en la industria maquiladora y decidió escribir sobre las circunstancias únicas de su estado en los quince relatos de El hombre que mató a dedos fríos, libro ganador de un reconocimiento muy deseable, el Premio Bellas Artes de Cuento Amparo Dávila, en su edición 2018.
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Quince narraciones en 116 páginas, todas ligadas entre sí por el interés de la autora de presentar la historia oculta, como la parte sumergida de un iceberg, en cada acto de agresión. La chica de Habitación 121 tenía una familia que esperaba volver a verla cuando ella, toda ilusionada, acudió a una cita para un probable trabajo. Nunca regresó, solo se hubiera convertido en una estadística impersonal si su papá no hubiera tomado una decisión, ¿justa o injusta?
Cada lectora, cada lector, decidirá si la violencia demanda más violencia en una espiral infinita. Esta colección de relatos es, además, el resultado de un proceso profundo de reflexión, escritura y edición por parte de las mujeres, quienes previamente solo aceptaban sus circunstancias sin cuestionar la violencia. Editado por Lectorum. Una autora y un libro sumamente recomendables.