Descubrir los libros que te hablen, a ti mujer, de tú y no de usted, con frecuencia, puede tomar años. Estuve tan perdida en la lectura masculina...
La prensa (impresa y virtual), los programas culturales en radio y televisión difunden logros masculinos casi en un 100%, alguno que otro cede un poco para darle tiempo/aire a Sor Juana, Elena Garro y Rosario Castellanos, una trinidad aceptada por ser inevitable reconocer su talento como autoras. ¿Cómo vamos a encontrar ese libro, esa lectura destinada a cambiarnos la vida? ¿Dónde están nuestras hermanas, madres, tías y abuelas en los libros? Muchos padres y tan pocas madres en literatura mexicana.
Ellas, las jóvenes mujeres en México ¿deberán leer los “clásicos”, los “consagrados”, los residentes del Olimpo literario? Creo que podrían perder tiempo, a menos que lean un libro “ese” que las lleve a otro —como en mi caso fue La casa en Mango Street—, y terminen buscando en la red (antes en los estantes de bibliotecas) para conversar con otras lectoras más avanzadas, porque ellas comparten con nosotras sus descubrimientos, su propia genealogía literaria en Instagram.
PROBABLE ORIGEN DE TANTA VIOLENCIA
Una escritora y amiga, opina: sé paciente con ellos, están perdiendo los privilegios de veinte siglos. Si la paciencia incluye aceptar cualquier tipo de maltrato (físico, psicológico, simbólico, social, económico), nadie puede pedir paciencia.
La masculinidad también tiene la posibilidad de adaptarse, no solo estos cambios tan evidentes y necesarios en la sociedad mexicana; la exigencia de transformación es mundial y los libros son detonantes para la evolución positiva a nivel personal, familiar y social.
El acceso a los libros, como la obra entera de Sandra Cisneros (publicada en casi treinta idiomas, entre ellos el iraní, el serbocroata y el chino), y bastante desconocida en México, funciona como una guía vital, porque es una narrativa directa y honesta, como un antídoto cultural.
Ella, Cisneros es solo la más visible a nivel planetario de un grupo muy consistente en calidad, están Ana Castillo, Lucha Corpi, Pat Mora, Cherríe Moraga, Denisse Chávez, Mary Helen Ponce, Norma Alarcón y muchas más, el denominador común es ser descendientes de mexicanas/os, nacidas o emigradas de niñas o muy jóvenes, a Estados Unidos. Podría suponerse la cultura gringa como más avanzada en la relación igualitaria y justa entre los dos géneros, ellas, las autoras mencionadas, perciben logros, pero también lagunas en el desarrollo pleno como mujeres, toda su reflexión de años la encuentras en su poesía y narrativa; puedes estar segura, serás otra después de leerlas.
MOLDES INSUFICIENTES
Sor Juana Inés de la Cruz no tuvo la opción de vivir como ella quisiera, era la vida familiar o el convento, esto es, casada y dedicada al mantenimiento del hogar o recluirse como tantas mujeres talentosas y diferentes se perdieron por los moldes, estrechos e injustos.
El acceso a la lectura estuvo y sigue estando controlado, basta echar un vistazo a la enorme mayoría de la oferta editorial, por ellos, escritores de literatura masculina. Insisten en ofrecernos el trabajo hecho por hombres, muchos de ellos amigos de los editores, o los críticos, o quien piensa que dar libros como los de Cisneros, Castillo, Corpi, Mora, Moraga, Chávez, Ponce y Alarcón es una invitación directa a la rebelión de las mujeres…y no andan tan perdidos, es cierto, las lectoras reflexivas, ya no son tan maleables.
EN LA ERA AMAZON
Comprar libros con un solo clic es una maravilla, ya no tenemos por qué salir de casa hasta la librería o tienda de autoservicio (también éste fue un gran adelanto). Ya no tenemos por qué encargarlos a quien vaya a las grandes librerías en la Ciudad de México, o esperar semanas, incluso meses; no, ahora llegan en pocos días a tu casa, además, los precios son accesibles, casi todos están en el rango de 150 a 300 pesos. Asimismo, en la era de las compras con un solo clic, una nueva comunidad, las lectoras en cualquier lugar del mundo, invitan a revisar dónde nos aprietan los moldes.