Quién es, porque si bien ella pasó a la siguiente dimensión en 1981, su titánica obra, como bibliotecaria y lexicógrafa, la conserva viva.
Si te fijas bien, en la biblioteca de tu escuela o en alguna librería, con toda seguridad habrás visto dos grandes volúmenes, cuyos lomos tienen blanco y negro con las letras A-I, J-Z. Son los dos ejemplares que conforman una labor casi increíble, por haber sido hecha por una sola mujer, es el Diccionario del Uso del Español; pensado, organizado y ejecutado por María Moliner.
La historia de María Moliner es paradigmática de la injustica genérica por un solo hecho, nació mujer. Si estuviéramos hablando de Mario Moliner, su nombre estaría inscrito en la historia de la Real Academia de la Lengua Española, pero fue propuesta en dos ocasiones para ocupar un sillón, es decir, tener voz para dictaminar sobre el desarrollo preceptivo del idioma, pero fue rechazada las dos veces, con pretextos tan superficiales como absurdos.
Todo es posible a los 50 años
“Estando yo solita en casa una tarde”, diría tiempo después María Moliner —con sus cuatro hijos ya crecidos y el marido trabajando lejos—, “pensaba cómo invertir las horas anteriores al descanso nocturno”, luego de su trabajo diario como bibliotecaria en la Escuela de Ingeniería.
Ocuparse en algo productivo —era 1950 un año complicado—, algo que le devolviera el entusiasmo perdido por las tribulaciones de un país enfrentado por la Guerra Civil. Por su amor a los libros, se le ocurrió una revisión de palabras con ejemplos de uso. Este deseo personal y casero de consumir el tiempo en un pasatiempo productivo, se convirtió en un proyecto lexicográfico, en principio, de unos seis meses, ya que siempre sintió interés por la magia de las palabras. La idea primaria de seis meses, se convirtió en una intensa labor de quince años. Terminó la primera edición a sus 65 juveniles años. Todo es posible, hasta un diccionario…
Para ser usado
María Moliner ejerció durante décadas el magisterio, de hecho, fue su primer amor, dar clase a los más pequeños y rezagados incluso en el nivel de enseñanza básica que ella misma cursaba. De esta experiencia nació un diccionario para ser usado (ella pensaba en las escritoras y autores de su época), con definiciones, sinónimos y ejemplos de uso, no como el de la RAE, solo con escuetas definiciones. Su Diccionario tuvo 80,000 entradas en su primera edición, 92,000 en posteriores ediciones, Lleva 300,000 ejemplares vendidos, en tres revisiones posteriores.
Pero, nació mujer
Las excusas de parte de ellos, los académicos, fueron muy variadas, que si fue un planteamiento subjetivo (hecho, además, por una mujer), sin especialización (léase: sin autorización expresa de la RAE) y, si a lo anterior añadimos que el Diccionario de María Moliner es más completo que el de los señores de la Academia, ¡casi del doble!, el veredicto fue y ha sido rechazarlo; no obstante, los ámbitos académicos, de medios de comunicación en incluso las salas de redacción de la Organización de Naciones Unidas (ONU), compraron, usaron y recomendaron, hasta la fecha, la obra hecha por una sola mujer, a lápiz, en una mesa de comedor hasta que su hijo mayor, mandó hacer una mesa larga para tener a la mano los materiales y libros de consulta requeridos por su madre.
Es el doble legado de esta mujer enriqueció la organización y optimización de bibliotecas de la España de la Guerra Civil y posguerra y su obra, magna, el Diccionario del Uso del Español, al que poco después de su primera edición, le cambiaron a Diccionario de María Moliner. Te recomiendo leer El exilio interior, La vida de María Moliner, es un estudio profundo, sumamente bien hecho por Inmaculada de la Fuente, editado por Turner.