GIJÓN. La escritora madrileña Rosa Montero volvió a la Semana Negra de Gijón, España, para presentar la que considera su novela más luminosa, La buena suerte, poniendo el punto en la capacidad de regocijarse por el mero hecho de estar vivos, a pesar de la incertidumbre de la vida.
En el marco de la XXXIV edición de este certamen literario, en el que ha estado varias veces, señaló que La buena suerte, “a mí me ha ayudado más que otras novelas, ésta e Historia del rey transparente son quizás las dos novelas que me han ayudado más a sobrellevar la oscuridad del mundo”.
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También aseguró que le ha impresionado la respuesta de la gente, “que me ha hecho reflexionar sobre la novela, me ha sorprendido” y compartió que le han escrito diciéndole que al terminar el libro se han quedado con una sonrisa, “y yo lo he atribuido al efecto de la pandemia, pero también al hecho de que a pesar del mal y del dolor tenemos la obligación de intentar ser felices”.
Montero, quien recalca de que su nueva novela es de intriga, aseguró que “a mí me parece que el mundo, la vida cotidiana, tiene mucho de intriga, miedo, misterio, agonía, incluso de angustia, comprendo que la vida puede ser angustiosa, temerosa y esa sensación que yo pongo en mis libros no es un truco literario”.
Sin embargo agregó que si ocurre esto de no saber lo que va a pasar después y ese después puede ser amenazador, es importante saber cómo se solventa esto, cómo se transita en la vida para tener un cierto cobijo, un cierto reposo, una cierta alegría.
Puntualizó que es importante diferenciar la alegría de la felicidad; “la alegría es una virtud animal que está en nuestros genes, en nuestras células, es la capacidad de regocijarse por el mero hecho de estar vivos, entonces, es importante rescatar a pesar de la incertidumbre de la vida”.
En la presentación de la obra, que originalmente iba a llamarse, Al principio el silencio, subrayó que su visión del mundo es que al final, hay “luz al final de la oscuridad”, pero además creo que es muy realista porque el ser humano “es un bicho tenaz, con una capacidad de supervivencia bestial”.
Esta novela, prosiguió, trata sobre el mal y el bien, “pero sobre el mal absoluto, el mal con mayúsculas, el mal que no tiene causa y que nos vuelve locos. En la novela se dice y cuenta que a pesar de todo el bien triunfa porque yo creo eso, creo que el bien triunfa fundamentalmente y que estamos hechos los seres humanos sobre todo para el bien y por eso el mal nos horroriza tanto, por eso ocupa la primera plana de los periódicos, por eso abre los noticieros, porque si estuviéramos hechos para el mal, nos parecería normal”.
Montero tuvo la idea de escribir La buena suerte en un viaje en un tren de alta velocidad entre Madrid y Málaga, en un instante en el que el ferrocarril se detuvo "en medio de la nada" y vio junto a las vías "el peor paisaje del mundo", formado por restos de industrias cerradas y una casa abandonada, con un balconcito al lado de las vías, con un cartel cayéndose de "se vende".
“En ese momento, pensé que nadie podría querer esa casa, pero poco después, se me vino la idea de que alguien pudiera estar interesado, alguien que quisiera cambiar su vida, y pronto empecé a ver que era el inicio de una novela, aunque yo, al igual que mis lectores, no sabía ni cómo iba a continuar”, abundó.
Decidió que quien compraba la casa era un hombre, y cuando se le pregunta por qué motivo se bajó del tren contesta que no sabe, que lo hizo como cuando alguien retira el brazo del fuego porque se está quemando. El protagonista, vive en esa vivienda al lado de las vías mirando pasar los trenes como una metáfora de alguien que decide quedarse fuera de la vida para verla pasar desde una ventana, pero finalmente es buena la decisión que ha tomado.
Este domingo, en la XXXIV edición de la Semana Negra de Gijón, la escritora uruguaya, nacionalizada española, Carmen Posadas, presentó su novela La leyenda de la peregrina, sobre la legendaria perla que estuvo siglos en la Corona española y también lució Elizabeth Taylor.
Al hablar la escritora de esa perla, un objeto ambicionado por las élites políticas y aristocráticas durante 500 años, sostuvo que se le perdió la pista al ser subastada en 2011, por unos 12 millones de dólares, pero podría estar en los países árabes, e incluso "es probable que pueda aparecer en China".