Pilar Roldán Tapia es reconocida como un icono del deporte femenino ya que fue la primera mujer mexicana en alcanzar el pódium en unos Juegos Olímpicos en los que obtuvo la presea de plata en la prueba de florete individual de esgrima, en México 1968.
Este día, en que cumple 81 años, se recuerdan las hazañas de la esgrimista mexiquense quien, desde corta edad, incursionó en esta disciplina para dar paso a una brillante carrera, y a un legado para las atletas mexicanas que la sucedieron en el deporte nacional e internacional.
Desde pequeña estuvo en un ambiente deportivo, ya que sus padres practicaron el tenis, disciplina que ella también realizó, pero fue el Esgrima el deporte que la cautivó a los 10 años, luego de leer los Tres Mosqueteros, de Alexander Dumas, obra que la marcaría y que la llevaría a las grandes esferas del deporte internacional.
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La esgrimista participó en tres justas olímpicas, su debut en Melbourne 1956, Roma 1960, cuando fue la abanderada de la delegación nacional y México 1968, donde alcanzó la gloria deportiva.
Con 28 años de edad y una amplia experiencia en el deporte, Pilar rompió esquemas en la década de 1960, ya casada y con dos hijos se encaminó a su tercera cita en una justa veraniega y en la última etapa de su preparación se concentró en la Villa Olímpica, todo con miras a alcanzar su sueño, conquistar un metal en Juegos Olímpicos y en su tierra.
Fue el 28 de octubre de 1968, en la Sala de Armas “Fernando Montes de Oca”, cuando dejó escrito su nombre con letras de plata en la historia del deporte mexicano, al ocupar el segundo puesto en el pódium de ganadores de la prueba individual de florete femenil, siendo el oro para Elena Novikova, y el bronce para Ildikó Újlaky-Rejtő.
Una vez conquistada esta gloria deportiva, María del Pilar tomó la decisión de retirarse del deporte de alto rendimiento, hasta que en 1984 volvió a la escena deportiva, para poner punto final como deportista en 1989.