Llegó el Mundial de Suecia 1958, México quería dejar de ser un comparsa más y deseaba participar con una honesta competitividaddeportiva.
Previo al Mundial existía una seria preparación con duelos amistosos en Portugal. México dejaba en el closet el uniforme guinda con negro para por primera vez usar los colores de la bandera nacional: verde, blanco y rojo, el nacimiento de la armadura Tricolor.
El entrenador oficial era Antonio López y previo a la aventura se adhirió Ignacio Trelles como asistente en busca de escribir una nueva historia.
El debut mundialista fue contra el anfitrión. En las tribunas el equipo nacional contaba con el apoyo del mítico boxeador, “Ratón” Macías.
Por apoyo no paró el equipo mexicano que vio su meta incrustada en cinco ocasiones. Suecia humillaba alos de Antonio López al son de 3-0.
La caída dejó muy maltratado a México no solamente en lo anímico, sino también en lo físico, ya que había cinco lesionados para el siguiente choque contra Gales.
El equipo europeo calentaba el duelo con polémicas declaraciones, pero a la hora de la verdad en el terreno de juego otra historia se contó.
El rival marcó al minuto 32, pero México nunca se echó atrás, jugó con el corazón y el apoyo de las gradas. Jaime Belmonte era el hombre más peligroso. Una y otra vez hizo presión en el arco, el tiempo estaba por concluir y en el pleno ocaso, al minuto 89, el propioBelmonte mandó a guardar el balón en las redes. Así y con mucho corazón,México obtuvo el primer punto y el primer empate.
Con la unidad conseguida, en el grupo había relajación, pero para el tercer choque contra Hungría, México ya era un hospital.
El juego empezó contra los húngaros y el Tricolor se quedaba sin dos elementos por lesión, jugaban con nueve en la cancha debido a que en ese entonces no había cambios, la hazaña lucía imposibley la goliza se gestó. Hungría despedazó más allá de que por primera vez existían las opciones de avanzar a la siguiente ronda.