La salida de la selección mexicana del hotel de concentración fue discreta, sin mucho ruido, había pocos aficionados esperando, pero el recibimiento a su llegada del estadio fue la esperada, apoyo incondicional, más allá de los resultados al final.
El arribo del representativo de Honduras no fue muy amable, pero la afición se comportó a la altura en busca de que fuera un partido donde el mejor es el que deberá avanzar, los aficionados hondureños, aunque pocos, ondeaban gustosos su bandera, confiados en que su equipo logrará mantener la ventaja.