No, otra vez no pudo el Toluca. La onceava corona se le sigue negando al equipo de Hernán Cristante que anoche cayó ante unos guerreros que resultaron no ser tan santos y tuvieron la capacidad de apagar el Infierno con un gol que mató las aspiraciones y las ilusiones de 30 mil aficionados.
Apelando al espíritu, los de la comarca se plantaron en la cancha del Nemesio Díez con los arrestos para hacerle juego al súper líder, a ese que no perdió en toda la fase regular en casa y que en el partido importante no pudo hacer pesar su patio.
Carlos Izquierdoz se convirtió en la pesadilla del Diablo. No sólo cerró la cortina en la defensa, fue el gran artífice del ataque de Santos desde propio terreno y jaló marcas para dejar con opciones a sus atacantes.
La fórmula le funcionó a Robert Dante Siboldi que al minuto 9 se puso en ventaja y con el global 3-1 manejó a placer la presión y obligó al Toluca a echarse al frente, impulsado más por el orgullo, que por su funcionamiento colectivo.
Ni Rubens, ni Uribe, menos Canelo, que entró a refrescar al conjunto de Cristante, nadie pudo superar la férrea defensiva que pusieron los Guerreros y sólo sirvió para engrandecer la figura Jonathan Orozco.
Gabriel Hauche vino de la banca para inyectarle más dramatismo a una final que desde antes de comenzar “echaba chispas” con la afición volcada apoyando a los rojos y que estalló cuando al argentino puso el 1-1.
Al grito de “sí se puede” la afición hizo su tarea, el estadio retumbó en todos sus rincones; sin embargo, en los cinco minutos de tiempo agregado poco a poco se fueron esfumando las ilusiones del título, el onceavo, el que acercaba al Toluca a los más ganadores, a los más grandes, y para eso, ahora debe seguir esperando.