Este martes fue un día diferente, la casa de los Diablos Rojos del Toluca albergó la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Naciones de la Concacaf entre la selección nacional de México y de Honduras, el ambiente se sentía en los alrededores del estadio que registró un lleno total en las gradas con un solo objetivo, que México logrará la remontada 2-0 en contra ante Honduras, y lo consiguió con los goles de Raúl a Jiménez, Jorge Sánchez y doblete de Henry Martín.
El tráfico para llegar era lento pero nadie protestaba, sabían de la importancia del momento para apoyar al tricolor que no ha tenido un buen paso en sus partidos recientes.
Desde temprano y como es costumbre previo a cada partido en el Nemesio, en la calles aledañas se vive la fiesta, los puestos ambulantes abundan con diferentes productos del equipo tricolor (y de otros conjuntos de la Liga MX), gorras, playeras, y desde luego no pueden faltar los antojitos de comida que ayudarán a ingresar con el estómago contento y ver con mejor ánimo la posible remontada.
La salida de la selección mexicana del hotel de concentración fue discreta, sin mucho ruido, había pocos aficionados esperando, pero el recibimiento a su llegada del estadio fue la esperada, apoyo incondicional, más allá de los resultados al final.
El arribo del representativo de Honduras no fue muy amable, pero la afición se comportó a la altura en busca de que fuera un partido donde el mejor es el que deberá avanzar, los aficionados hondureños, aunque pocos, ondeaban gustosos su bandera, confiados en que su equipo lograría mantener la ventaja.
Dentro del estadio también el ambiente era inigualable, las barras que normalmente apoyan en los partidos de los Diablos Rojos ahora prendían el ambiente a favor de México, los equipos entraron para calentar, el apoyó era para México, la rechifla para Honduras, pero todos ya esperaban el silbatazo inicial para definir quien avanzaría.
Conforme avanzaba el partido las expresiones de los aficionados eran diversas, miedo, enojo, sorpresa, alegría, eso sí, todos eran directores técnicos y daban instrucciones y sugerencias a todo volumen a Javier Aguirre que en los primeros minutos permanecía calmado, pero de momentos se alcanzaba a ver su desesperación de que su idea futbolística no era del todo acatada en el terreno de juego, aunque en los primeros 10 minutos ya habían tenido varias llegadas de peligro, el tricolor estaba obligado a hacer un partido “casi perfecto” como dijo Aguirre durante la rueda de prensa un día antes.
A lo lejos se alcanzan a ver algunos aficionados hondureños apoyando a su selección, pero apagados por la inmensa mayoría que respaldaba al equipo local, que pese a no tener jugadas claras aún había posibilidades.
En la cancha México inclinaba la balanza a favor con un mejor juego, en las gradas la Barra Perra Brava con sus ritmos alentaba el ambiente, pero los aficionados por momentos sufrían, la remontada se veía cada vez más cerca, aunque el conjunto de casa por más que tocaba la puerta no podía concretar.
Pero México anotó el 1-0 al minuto 42 y acortó distancia en el global (2-1), el gol fue de Raúl Jiménez con remate dentro del área, marcador con el cual se fueron al descanso.
Todos estaba con ánimos renovados al inicio del complemento, afición con sus cantos y los jugadores estaban ilusionados, la remontada era imposible, pero el juego fue por momentos ríspido, el tiempo también empezaba a ser otro rival.
El encuentro ya era muy dramático, México seguía teniendo mejor llegada pero faltaba la contundencia, no obstante eso terminó al minuto 71 con el gol de Henry Martin para el 2-0 y el empate 2-2 en el global, México cerca de la hazaña.
Al minuto al 84 Jorge Sánchez de México hizo la hazaña y dio el 3-0 para la ventaja en el global 3-2, los ánimos se calentaron y casi se da la campal, pero los árbitros lograron controlar, lo que hizo también que el árbitro agregara seis minutos, tiempo suficiente para otro gol, ahora por la vía penal por conducto de Henry Martin para el definitivo 4-0 y global 4-2 y así avanzar a la siguiente fase.