En los últimos años la inteligencia artificial ha tomado gran relevancia al grado de cuestionarnos si en un futuro cercano será capaz de remplazarnos en actividades cotidianas o en algunos trabajos; sin embargo, los robots ya están entre nosotros.
Como muestra de lo anterior podemos ejemplificar a todos aquellos robots que en la actualidad realizan cirugías complejas o aquellos que son CEO de grandes empresas, como la guapa robot Mika, quien según noticias internacionales “firmó” un contrato con una empresa colombiana llamada Dictador, con sede en Polonia, dedicada al ron y al café.
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En lo que respecta a México, hoy en día se debate la idea de trabajar menos horas a la semana; sin embargo, Mika afirma que “no pedirá vacaciones ni aumento de salario”.
A estas particularidades se les suman aquellas en las que algunos robots “han afirmado” que pueden gobernar mejor al mundo que los políticos, pues pueden tomar mejores decisiones basadas en datos duros y no en prejuicios.
A pesar de este dilema, lo que deberia de preocuparnos en el corto plazo es la foma en cómo nos hemos convertido en robots de alguna manera. Caminando por la calle podemos observar a muchas personas enajenadas por sus smartphones e incluso cuando viajamos en el transporte público podemos apreciar a cientos de "autómatas".
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En palabras de Salvador Echeagaray, académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), "millones de personas abandonan su naturaleza humana para transformarse en Homo arteficium, robots humanos".
Características del humano robotizado
1. Actúa como autómata. Parece no tener pensamientos propios, lo absorben las redes sociales.
2. Sin iniciativa. Deja de pensar por sí mismo, no tiene criterio y deja de usar su inteligencia y voluntad.
3. Poco productivo. En México se dedican casi dos horas diarias a las redes sociales, tiempo que debería utilizarse en actividades productivas.
4. Disminución del sentido ético y moral. La violencia, superficialidad y pornografía que se exhibe en internet debilita el sistema de valores y deja de servir al bien común.
Sin embargo, una buena noticia es que un robot programado por un ser humano nunca podrá desplazar a su creador. El reto es que el ser humano no sea una máquina más o, un robot más.