Para que una persona se desenvuelva como un adulto funcional y con valores, influyen varias vertientes, entre ellas cómo fue tratado en su niñez, si tuvo una crianza respetuosa, con límites y cimentada en los valores, el amor, el respeto y la autosuficiencia.
Pero el neurodesarrollo infantil va más allá del ambiente en el que se desenvuelve un menor, pues está relacionado con defectos o incapacidades originados por probables mutaciones genéticas, falta de oxigenación al momento del parto, sea vaginal o cesárea, golpes en la cabeza, intoxicaciones y hasta infecciones o desintoxicación en la madre al momento de la gestación. Así como desnutrición del menor y que viva en un ambiente de violencia, entre otras causas.
¿Cómo identificar que un niño o niña tiene problemas de neurodesarrollo que, a largo plazo influirá en su adultez?
Con base en datos del Centro Médico ABC, los principales síntomas que son detectables en el menor son la baja capacidad de atención, que presente dificultades en el lenguaje, que tenga descontrol emocional, períodos de euforia o letargo, un desempeño escolar deficiente y un comportamiento antisocial, principalmente.
De acuerdo con el neurólogo infantil Javier Lazcano Díaz Montes de Oca, si se presume que el menor tiene problemas en su desarrollo neurológico es importante buscar un especialista, para hacer una evaluación a través de la cual se detecta el comportamiento del niño o niña y si es que su aprendizaje es acorde a su edad.
En caso de que se confirme un retraso en su aprendizaje, se realizarán varios estudios, entre ellos genéticos y neurológicos que permitan saber si se trata de un problema hereditario o está asociado a situaciones registradas al momento del parto.
El menor también deberá someterse a exámenes de vista y audición, con los cuales se complementará la historia clínica para un correcto diagnóstico.
“A veces nos llegan papás y nos dicen, doctor, mi hijo todavía no gatea o camina y el hijo de fulanito de tal ya lo hace y es más chiquito. Lo primero que debemos entender es que cada niño o niña son individuos y por consiguientes son diferentes entre sí, a veces les toma un poco más de tiempo realizar algunas actividades determinadas, pero eso no quiere decir que estén enfermos.
Es un proceso de aprendizaje, crecimiento e influye la estimulación temprana que reciba el menor o no. Cuando ya sería preocupante es cuando el niño tiene, por ejemplo, dos años y no camina ni dice una sola palabra, ahí sí se debe someter a evaluaciones para determinar qué está sucediendo y por qué existe ese retraso”, comentó el especialista.
Explicó que, una vez confirmado que un menor cuenta con problemas neurológicos que impactan en su desarrollo, el tratamiento dependerá del diagnóstico.
Estadísticas
De acuerdo con la comunidad médica, los niños rurales mexicanos tiene una alta probabilidad de tener problemas neurológicos, debido a factores como el que su madre no tuvo la atención médica adecuada en el proceso de gestación, que quizás tuvo problemas de desnutrición y que al momento del parto la atención al menor pudo no ser en un hospital con personal capacitado que hicieran frente a circunstancias como que el menor tuviera problemas para respirar en los primeros instantes de su vida al exterior del útero.
Con base en el artículo Retraso del Neurodesarrollo, Desnutrición y Estimulación Oportuna en Niños Rurales Mexicanos de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), publicado en 2018, en los últimos años la comunidad médica trabajó para medir la prevalencia del retraso en neurodesarrollo desde hace más de cuatro décadas, no obstante, debido a la falta de unificación de criterios, entre otros, no se ha logrado el objetivo.
Ese artículo refiere que tras un estudio observacional, transversal, descriptivo, exploratorio y de asociación en la que participaron 37 mil 495 niños de entre 11 y 13 meses de edad de las 32 entidades federativas, provenientes de mil 830 localidades rurales de 750 municipios, se pudo establecer que Chiapas, Estado de México, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Veracruz y Yucatán fueron los estados donde mayores problemas de neurodesarrollo infantil se detectaron.
En el Estado de México participaron 4 mil 482 niños y niñas de comunidades rurales, de los cuales 727 (16.2%) tenían un problema grave; mil 028 (22.9%) moderado y mil 477 (33%) leve, contra mil 250 (27.9) que tenían un neurodesarrollo normal.
Estimulación temprana, un aliado
De acuerdo con la licenciada en Pedagogía Patricia Rodríguez González, que cuenta con más de 30 años de experiencia educativa, la estimulación temprana en los niños y niñas ayuda en gran medida al neurodesarrollo infantil, sobre todo cuando ya se diagnosticó un retraso.
“Por eso en las escuelas como guarderías se da estimulación temprana a los menores, no porque sea una moda, sino porque contribuye al sano desarrollo del menor. Esta estimulación no sólo se da desde que el niño o niña sea un bebé, sino que conforme va creciendo se van fortaleciendo sus habilidades motoras, cognitivas, sociales, emocionales y de lenguaje”, explicó.
Por ello, la recomendación de la especialista es proporcionar estimulación temprana a las y los niños desde una edad temprana con ayuda de un fisioterapeuta, pero en el caso de un menor con diagnóstico reservado por problemas de neurodesarrollo, siempre solicitar la opinión del médico tratante.
Patricia Rodríguez agregó que, si bien un menor puede no tener problemas de neurodesarrollo sí podría desarrollarlos con un ambiente no sano.
“Al hablar de un ambiente no sano no sólo se habla de un ambiente violento, también influyen otros factores, como violencia psicológica y verbal, el no establecer límites, no tener una crianza con apego y respetuosa. Muchas veces los papás confunden la crianza respetuosa y con apego con el hecho de dejar al menor hacer su santa voluntad, ahí entra el establecer límites, sí, pero no con gritos y jalones o amenazas, sino más bien, con respeto y comunicación con el menor”, comentó.
Historia
Juan Pablo, de 9 años de edad, fue diagnosticado con problemas de neurodesarrollo desde que tenía seis años de edad.
“A mi parecer actuaba normal, jugaba, comía bien, muy inquieto y ansioso, muy emocional, pero yo lo veía bien, cuando entró al kínder detectaron que le costaba trabajo poner atención o hacer sus actividades y que era inquieto, ya cuando entró a la primaria el problema fue peor, porque tenía momentos de euforia en los que gritaba, corría y hasta llegó a agredir a sus compañeros, fue cuando me canalizaron con un doctor, porque eso ya no era normal”, declaró la madre del menor.
Tras diversas evaluaciones, finalmente se confirmó que Juan Pablo tenía problemas neurológicos asociados que, muy probablemente, se desencadenaron luego de que al nacer tuvo dificultades para respirar.
Una vez identificado el problema, el niño fue medicado y tuvo acompañamiento psicológico para la contención emocional.
“Luego de que a él y a mí nos hicieron varios estudios vieron que no era hereditario y estaba asociado con el problema que hubo cuando nació. El doctor me comentaba que en su caso sí sería posible desempeñar su potencial neurológico, pero al inicio le dieron medicamentos que por cierto eran muy caros, además de sus terapias.
“El medicamento se le suspende cada tanto y lo vuelve a tomar, pero todo es con la supervisión del doctor y sus terapeutas. Ahora su comportamiento es el de un niño normal, resultó bastante aplicado y es de los mejores promedios de su salón. Yo le diría a los papás y mamás que estén muy atentos del comportamiento de su hijo y en caso de que detecten algo que no es normal, acudan con su doctor para que los revisen y les den el tratamiento adecuado”, concluyó.