La búsqueda de la perfección humana ha convertido lo saludable en enfermizo. Incluso quienes pretenden lucir una figura de pasarela han descuidado aspectos de su vida diaria, como sus relaciones sociales.
Además, las personas que viven obsesionadas con su imagen desarrollan una visión distorsionada de ellas mismas, lo cual les lleva a un exceso de entrenamiento físico y alimentación rigurosa. Se miran al espejo sin encontrar una satisfacción de su cuerpo.
De esta manera, se desarrollan ciertos trastornos físico y psicológicos, como la vigorexia y la ortorexia. Este trastorno crea patrones corporales ideales y la obsesión por el consumo únicamente de alimentos saludables, esto provoca problemas de salud mental como ansiedad, depresión y trastorno obsesivo-compulsivo que enfrentan las personas adictas al ejercicio y dietas.
Por otro lado, Omar Haddad Segura Landin, licenciado en Psicología con estudios en psicoanálisis, explica que la dismorfia corporal se llega a presentar en las personas que hacen ejercicio hasta desmayarse y padecen trastornos de ansiedad, momentos de enojo y tristeza, trasladando todas sus emociones al ejercicio y solo encuentran la calma en esta actividad.
Este trastorno mental no es exclusivo de las personas que sufren obesidad.
"Tiene que ver con una imagen corporal perfecta que nunca alcanzan y aunque ellos pueden estar muy musculosos, aun así se sienten pequeños”, detalló el especialista.
Existe otro trastorno que es la ortorexia, definido como la obsesión patológica por comer sano y tener una buena calidad de los alimentos.
"Quienes la padecen se identifican como fitness, realizan ejercicio excesivo y consumen proteínas sin control, esto puede desencadenar problemas renales por exceso de suplementos”, explica Natalia Moraga Beltrán, licenciada en Nutrición con experiencia en tratamiento cetogénico.
Cabe mencionar que si bien nueve de cada diez personas afectadas por trastornos de la alimentación son mujeres, la incidencia en varones es cada vez mayor y suele estar relacionada con las conductas vigoréxicas.
Enfermedades por vigorexia y ortorexia
La especialista en nutrición explicó que los trastornos antes descritos pueden desencadenar patologías como anemia y osteoporosis, ya que no se consume toda clase de alimentos necesarios para el cuerpo humano, como ejemplo la leche o ciertas proteínas animales y los daños pueden desencadenar enfermedades crónicas como gota, desnutrición y anemias.
Ambos trastornos pueden llegar a la bulimia y anorexia que terminan afectando el cuerpo llevándolo a un estado complejo reversible, ecplicó Moraga Beltrán.
Actividad física y trastornos
La vigorexia puede traer consecuencias en torno a la salud, señala la fisioterapeuta Paula Palacios, quien aseguró que un exceso de ejercicio podría llevar a lesiones físicas graves.
“El realizar actividad física, deporte y ejercicio sin un control profesional llega a ser perjudicial para la persona y genera estrés muscular, dolor, incapacidad de movimiento y todo esto trae consigo lesiones de importancia como luxaciones, esguinces, desgastes articulares, hipertrofias musculares, entre otras”, externó la especialista.
Afirmó que existen clínicas y personal del área de la salud especializados en el control de este tipo de lesiones para llevar una vida sana de manera interdisciplinaria a través de terapias físicas, psicoanálisis y médicos especializados.
Los expertos en salud advirtieron que están aumentando los casos de vigorexia entre jóvenes de 16 y 25 años, quienes por aumentar masa muscular consumen y se inyectan sustancias en el cuerpo.
¿Cómo afrontar la ortorexia?
María Luisa Jiménez, nutrióloga del Hospital Satélite, aseguró que un dietista puede ayudar a mejorar los hábitos de alimentación con un plan saludable que permita dejar atrás esta obsesión por comer sano.
“Las citas periódicas con este profesional y el seguimiento de las consultas puede ser un arma efectiva para tratar este trastorno de la conducta alimentaria”, precisó.
Esclavos del gimnasio
Para Julio Manjarrez, abogado de 28 años, el gimnasio siempre representó el lugar donde podía dejar todas sus preocupaciones, entrenar lo hacía sentirse conforme consigo mismo y lo llenaba de satisfacción.
Pero esa satisfacción era algo efímero e instantáneo que rápidamente pasó a convertirse en un problema de salud.
“Yo sentía que en el momento en que dejaba de ir al gimnasio ya no me interesaba nada más”, comenta.
Julio entrenaba mínimo cuatro horas al día, faltaba a sus clases de inglés y a la universidad donde cursaba una maestría; no se ajustaba a su entrenamiento y no se iba de vacaciones si primero no contaba con una suscripción al gimnasio local.
A él le diagnosticaron recientemente vigorexia y ahora debe de cambiar la percepción que tiene de sí mismo, de manera que desarrolle una autoimagen más realista.
También debe reforzar la autoestima, combatir el perfeccionismo y mejorar las relaciones sociales ganando seguridad.