Contaminación acorrala al ajolote de Lerma

El hábitat de esta especie ha sido intervenido a tal grado que hoy día su degradación es grave

Domingo Fernández | El Sol de Toluca

  · sábado 25 de enero de 2020

Fotos: Luis Camacho | El Sol de Toluca


El ajolote de Lerma sigue nadando hacia su extinción. Los esfuerzos del gobierno, instituciones y sociedad civil no han sido suficientes para detener la degradación de los cuerpos de agua de las ciénagas que ponen en riesgo el ecosistema donde habita esta especie microendémica en peligro de extinción.

La importancia de preservar al ajolote o ambystoma lermaense es que por ser microendémico su distribución se restringe a una zona geográfica específica: las ciénegas del Alto Lerma, las cuales no existe en ningún otro lugar del país ni del mundo.

Además esta especie funge como reguladora del hábitat por su dieta variada que permite equilibrar la población de otras especies como insectos, charales, acociles y alevines (crías recién nacidas de peces).

A nivel cultural, el ajolote está dentro de la mitología desde la época de los aztecas como el dios Xólotl, el cual se encuentra asociado a la idea del movimiento y la vida.

Este anfibio comparte el ecosistema con plantas de agua y principalmente con aves migratorias procedentes del norte por la temporada de invierno, desde pelícanos, patos, gallaretas y otra especie muy importante que no sólo está en Lerma, sino en todo el Eje Neovolcánico Transversal: la mascarita, un ave pequeña.

Existen otras especies de anfibios, culebras, charales, las cuales en su mayoría son micronendémicos, pues se encuentran sólo en las ciénegas de Lerma. Por ser poblaciones muy reducidas también están en peligro de extinción.

Un pez parecido al blanco de Pátzcuaro habita en estas ciénegas, sin embargo, ya es difícil de encontrar. Podría considerarse como una fuente de alimentación para la gente de la zona, en lugar de la carpa o la tilapia.

La papa de agua es una planta acuática endémica del lugar, tiene un bulbo que crece dentro del agua y es comestible, en otras épocas era una fuente importante de alimentación.

El tule es otra de las especies, afortunadamente crece en abundancia, con él se hacían muebles y ropa,pero ahora ya queda muy poca gente que lo trabaja.

ESTUDIO EN LA UAM

Un estudio realizado por Karla Pelz Serrano, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Lerma, contempló muestras desde el 2013 al 2018 a través de las cuales se contabilizaron aproximadamente 300 ejemplares de ajolotes.

Pertenecientes a la familia de anfibios ambystomatidae y género ambystoma, mide un promedio de 12.5 centímetros (hocico-cloaca), su apariencia es de un renacuajo gigante con patas y cola. Tiene tres pares de branquias, las cuales salen desde la base de su cabeza y van hacia atrás, ojos pequeños, piel lisa y patas cuyos dedos son finos y puntiagudos, su periodo de vida en cautiverio es de aproximadamente 10 años.

Es una de las 15 especies del país en peligro de extinción y fue objeto de un primer estudio de marzo a septiembre de 2010 para el trabajo de tesis en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) de Jessica Ailyn Ledezma, titulado Estrategia de Conservación in-situ para Ambystoma Lermaense, en ese entonces se contabilizaron 146, que hizo evidente su vulnerabilidad.

Los ajolotes siguen afrontando diversas amenazas, como la introducción de la carpa que se come las larvas (de ajolotes) y son competencia por los alimentos cuando son adultos, se quitó mucha de la vegetación, la reducción de los cuerpos de agua al quedar el 10% de lo que fueron los lagos en el valle de Toluca.

Se suma una fuerte contaminación, el incremento de la urbanización con más caminos y carreteras, el cascajo que surge se lleva a las ciénegas para hacer rellenos que servirán después como base de nuevas casas.

“Pero el ajolote no es el único organismo importante que está en las ciénegas, es todo un ecosistema y proveen alimentos, son reguladoras de la temperatura, absorben dióxido de carbono, por eso al ir destruyendo esa parte y crecer la urbanización crean un escenario bastante adverso”, señaló.

Aunque se lograron capturar para las muestras un promedio de 300 individuos, al final es un número reducido porque se debieron encontrar miles para tener una población estable considerando la extensión de las ciénegas.

“Necesitamos hacer muestreos más extensivos para tener un número más acercado de ejemplares que pueden existir en las ciénegas, ahora lo que se ha echo es extrapolar con estos datos y decir que no es el caso del ajolote mexicano que en vida libre quedan muy pocos, pero tampoco podemos decir que con el de Lerma estamos bien”, indicó.

Los datos más recientes los aportaron dos alumnos de la UAM que trabajaron en dos puntos diferentes, uno en la ciénega Guadalupe Victoria y el otro en Capulhuac.

“El que estuvo trabajando en Capulhuac encontró un buen número de individuos en buen estado, una población reproductiva, lo cual es bueno, pero Gonzalo Basurto (ya egresado de la institución educativa) que se enfocó en la de Guadalupe Victoria no encontró ejemplares en un monitoreo de cinco meses, es algo muy triste por ser un área bien conservada”, indicó Pelz Serrano.

ANÁLISIS DEL AGUA

Después de tomar muestras de agua en los diferentes puntos de las ciénegas detectaron que hay zonas con mayor contaminación, sobre todo en Capulhuac y Almoloya del Río.

“Existe mucha basura y elevadas concentraciones de metales pesados, en la ciénega de Almoloya del Río hicimos un estudio en carpas y plantas de agua donde se encontró una alta presencia de metales pesados, lo cual es alarmante sobre todo para la gente que consume los peces, sabemos que no los comen todos los días, pero se va acumulando en el organismo, a esto se suman las descargas de los desechos industriales”, detalló Pelz.

En la de Capulhuac hay un alto índice de coliformes (bacterias por heces fecales del ganado y humanos) y está a un lado donde está un canal de desechos de las casas de la zona.

“Esta el canal, el camino y luego la ciénega, en la época de lluvias se desbordan las aguas del canal y es cuando más se nota la contaminación para cambiar totalmente las características del agua quedando lejos su característica de no tener color, sabor, ni olor”, señaló.

Pero aseveró que los ajolotes son muy resistentes y pese a estos cambios sobreviven, sin embargo, no son inmortales, todo tiene un límite y es por eso que su población ha disminuido drásticamente.

ESTAMOS A TIEMPO

Para la investigadora de la UAM aún es buen momento de poder solucionar algunos de los problemas y no perder a esta especie microendémica del valle de Toluca, la clave es la restauración del hábitat.

“Un comienzo importante fue que se determinara como área natural protegida, pero lo complicado es que son muchos municipios involucrados que hacen evidente la problemática social, aunque la gente ya no depende económicamente de las ciénegas, se ha deslindado mucho, por ejemplo, muchos niños ya no las conocen y menos a los ajolotes y otros animales”, externó.

Manifestó que a la gente le hace falta volver a valorar la importancia de los ecosistemas, hay casos que sacan el agua y la venden en otros lados, es donde el gobierno tiene que aplicar las leyes y normas para detener estas acciones.

En la UAM han hecho difusión de lo encontrado, que los niños aprendan y la gente más joven se involucre un poco más en las ciénegas, la parte ecoturística funciona si se lleva a cabo bien, está también la parte de la cacería de aves que se practica en algunas zonas, que no es mala, no obstante el problema es que no está bien regulada y a la larga causa problemas.


EL PROYECTO

Cuando comenzó el proyecto fue alentador confirmar la presencia de ajolotes en los cuerpos de agua elegidos para el muestreo y el de Capulhuac fue donde más ejemplares encontraron.

“Empezamos a trabajar desde el 2013 para detectar donde estaban las poblaciones del ajolote, que se podía hacer y que faltaba, entre 2014 y 2015 llevamos a cabo monitoreos, nos fuimos a las ciénegas de Lerma para tomar datos del hábitat y contabilizar cuántos había en cada sitio, en 2016 y 2017 encontramos a más ejemplares de los que esperábamos lo cual fue bueno”, detalló.

Las ciénegas para realizar el estudio fueron la de Capulhuac y en uno de los fragmentos más grandes que es en San Pedro Tultepec, al igual que en la de Almoloya del Río y otra más chica que no está en el programa federal de Áreas Naturales Protegidas de Flora y Fauna que es la de Guadalupe Victoria, donde les sorprendió que hubiera ajolotes.

Fue en la de Capulhuac donde encontramos en el primer muestreo más de 100 ejemplares en un lapso de 15 días y en un área muy pequeña que habla de una buena población, mientras que en la de Guadalupe Victoria, además los ajolotes estaban en buen estado, su salud era favorable y no hubo indicios del ataque del hongo que afecta a los anfibios”, agregó la investigadora.

RESIDENTES EN LA UAM

Desde el verano de 2016 residen en la UAM Lerma ocho ejemplares de ajolotes, que han aportado información importante para conocer más sobre su conservación en cautiverio.

“Los ejemplares llegaron como una donación, provienen de la ciénega de Tultepec, pero estuvieron en un refugio temporal y después se intentó regresarlos a su hábitat, al final ya no se reintrodujeron porque tenían mucho tiempo en cautiverio y además se empezaron a reproducir que impedía liberarlos”, detalló.

Debido a la sobrepoblación en cautiverio se donaron a la UAM, que ha permitido tener un estudio más detallado sobre su comportamiento, alimentación, fluctuaciones en su crecimiento y cómo afrontar las enfermedades que los atacan.

En un principio se pretendía ver más la parte reproductiva, sin embargo, los que tienen no lo han hecho.

“En su comportamiento hemos visto que aumenta la competencia para la alimentación, se han detectado algunas enfermedades que los llegan atacar (hongos en la piel y un crustáceo que crece también en la piel), las cuales son originadas por la misma agua y alimento que se les da, es algo importante para saber cuidarlos porque son aspectos que no se conocen en vida silvestre, todos los ajolotes que capturamos estaban sanos”, indicó la investigadora.

INSTITUCIONES SE SUMAN

El trabajo para preservar el hábitat del ajolote no es exclusivo de la UAM, más instituciones se han sumado para fortalecer la estrategia y detener la degradación.

Además del equipo de la UAM conformado por Karla Pelz, Rurik List Sánchez, Heliot Zarza, Noé Flores Hernández, así como alumnos interesados que han reforzado las investigaciones, en un principio existió el apoyó del Programa Edge de la Zoological Society of London, que aportaron los fondos y la asesoría para desarrollar el proyecto.

“Ahora tenemos la colaboración con Africam Safari con el maestro en ciencias José Alfredo Hernández, que actualmente está estudiando otra especie de Ambystoma en Puebla, hemos colaborado también con gente de Xochimilco, en particular con la Asociación Civil Humedalia que tiene proyectos de restauración de algunos canales para hacer refugios al ajolote”, señaló.

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Para llegar a los diferentes sectores de la sociedad se han organizado exposiciones ambulantes que dan a conocer la importancia y problemática que tienen las ciénagas de Lerma, se reciben alumnos de diversas escuelas para ver a los ajolotes en el laboratorio, a través de las redes sociales y sobre todo con cortometrajes tratan de acercarse a la gente.

“Además cada año la universidad organiza la Feria de la Sustentabilidad, el año pasado la sede fue el centro del municipio donde se invitamos a productores locales, se organizaron talleres y de esta forma involucrar un poco más a la comunidad en la medida de lo posible”, puntualizó.