/ miércoles 16 de febrero de 2022

La solución del cambio climático está en el fondo del mar

La UNESCO busca apoyo para cartografiar el fondo marino, algo que traería múltiples beneficios a la humanidad, desde anticipar riesgos sísmicos y de tsunamis

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) hizo un llamado a sus Estados miembros y al sector privado para que al final de esta década se tenga al menos el 80 por ciento de los fondos marinos cartografiados.

Su directora general, Audrey Azoulay, indicó en un comunicado que no es posible proteger el océano cuando sabemos tan poco de él, ya que hasta la fecha sólo se tiene cartografiado un 20 por ciento del mismo.

“Tenemos que ir más lejos y movilizar a la comunidad internacional”, añadió Azoulay.

¿Pero para qué serviría esto? Conocer la profundidad y el relieve del fondo marino, según la Unesco, sería esencial para entender, por ejemplo, el funcionamiento de las corrientes oceánicas y de las mareas, así como del transporte de sedimentos.

Estos datos también pueden contribuir a proteger a la población anticipando los riesgos sísmicos y de tsunamis, además de que ayudarían a tener controlados qué enclaves naturales conviene proteger con mayor prioridad.

Asimismo, la información recabada permitiría tener una mejor reacción ante catástrofes, como los vertidos de petróleo, los accidentes aéreos y los naufragios, sin olvidar que esto tiene un papel importante en la evaluación del futuro impacto del cambio climático, ya sea en materia de aumento de la temperatura o de elevación del nivel del mar.

En 2017 la cartografía de los fondos marinos dio un salto muy importante cuando la UNESCO unió sus fuerzas con la Nippon Foundation, con quienes lanzaron el programa Seabed 2030, convenciendo a numerosos Estados para que compartieran los datos en su haber sobre los fondos cercanos a sus costas.

Así fue como, en los últimos años, el porcentaje de terreno del que ya había un mapa geográfico pasó del 6 al 20 por ciento.

De acuerdo con la UNESCO, las innovaciones recientes permiten incrementar con rapidez esta cifra, ya que los actuales radares modernos permiten medir la altura del agua en varios puntos y también en varias direcciones a la vez, por lo que ya no es necesario fijarlos a buques tripulados y pueden ser controlados a distancia, lo que facilita salirse de las rutas habituales de navegación.

Foto: Cortesía Rashide Frias


En complemento al llamado, el organismo estimó que alcanzar su objetivo en conjunto del 80 por ciento tendría un costo de alrededor de 5 mil millones de dólares, lo que supone una media de 625 millones de dólares al año de aquí al final de esta década.

La meta propuesta requiere también movilizar una flota de 50 navíos que estén centrados especialmente en la labor mencionada o que los gobiernos y las empresas les faciliten los datos que ya tienen en sus respectivos archivos.

De acuerdo con la agencia EFE, para el año próximo la UNESCO prevé lanzar una herramienta de seguimiento que le permitirá tener un recuento de los avances y de los puntos que deben mejorarse.

El llamamiento de la Unesco fue lanzado con motivo de la celebración en la localidad francesa de Brest de la cumbre "One Ocean Summit", que tiene entre sus objetivos una mayor regulación de las aguas internacionales o la lucha contra la pesca ilegal y los plásticos.

Y es que de acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), un 88 por ciento de las especies marinas está afectado por la grave contaminación con plásticos que sufren los océanos y muchas de ellas ya tienen estos materiales en su organismo, incluidos animales ampliamente consumidos por el ser humano, según un estudio presentado hace unos días por la organización conservacionista.

El informe, que fue elaborado en colaboración con el Instituto Alfred Wegener de Alemania y que recopila datos de 2 mil 590 estudios científicos en la materia, intenta medir el impacto de plásticos y microplásticos en los mares, donde gigantescas "islas" de estos materiales flotantes han sido detectadas en océanos como el Atlántico y el Pacífico.

WWF añade que se ha probado que al menos 2 mil 144 especies sufren contaminación con plásticos en su medio ambiente y en algunos casos ingieren estos alimentos, caso de un 90 por ciento de las aves marinas y un 52 por ciento de las tortugas.

Entre las especies marinas de nuestra cadena alimenticia en las que se ha detectado plástico en el organismo destacan mariscos como el mejillón azul o las ostras, mientras que la quinta parte de las marcas de sardinas enlatadas contienen esas partículas.

“Aunque aún no dispongamos de datos suficientes sobre el impacto de la contaminación plástica en la salud humana, a largo plazo puede ser muy perjudicial y cuánto más haya a nuestro alrededor, más componentes químicos inhalamos e ingerimos en nuestras comidas”, dijo a EFE el director para política global de plástico de WWF, Eirik Lindebjerg.

Foto: Cuartoscuro

UNA BUENA IDEA: “PARAR”

El multipremiado fotógrafo Laurent Ballesta, que en 2019 coincidió con la idea de explorar el fondo marino, pasó 28 días sumergido en una cápsula subacuática a 120 metros de profundidad en el Mediterráneo, donde captó con su cámara especies nunca antes vistas, como el celacanto, que es una especie considerada un fósil viviente que se creía extinto hace 65 millones de años.

Hace unos días, el francés aseguró que la solución a la destrucción del fondo marino es "parar".

Entrevistado por la agencia EFE en el marco del festival de fotografía Xposure, que se celebra en Emiratos Árabes Unidos, Ballesta, tres veces ganador de la Medalla de Oro en el Festival Mundial de Fotografía Submarina y dos veces nombrado Fotógrafo del año de Vida Salvaje, habló durante la jornada de sus expediciones y dijo que el misterio fue lo que lo orilló a sumergirse en una cápsula de cinco metros cuadrados.

Ya durante la pandemia, cuando el galo volvió a recorrer la costa francesa y documentó los efectos del cese de la actividad humana a causa del confinamiento alrededor del mundo, añadió:

“Vimos mamíferos cerca de la costa que hacía años que no captamos por esos lugares y los pocos pescadores que pudieron salir a faenar, de repente, volvían con capturas nunca vistas”.

Según Ballesta, esto invita a la esperanza, porque demuestra que los mares y océanos se pueden recuperar pronto.



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Su directora general, Audrey Azoulay, indicó en un comunicado que no es posible proteger el océano cuando sabemos tan poco de él, ya que hasta la fecha sólo se tiene cartografiado un 20 por ciento del mismo.

“Tenemos que ir más lejos y movilizar a la comunidad internacional”, añadió Azoulay.

¿Pero para qué serviría esto? Conocer la profundidad y el relieve del fondo marino, según la Unesco, sería esencial para entender, por ejemplo, el funcionamiento de las corrientes oceánicas y de las mareas, así como del transporte de sedimentos.

Estos datos también pueden contribuir a proteger a la población anticipando los riesgos sísmicos y de tsunamis, además de que ayudarían a tener controlados qué enclaves naturales conviene proteger con mayor prioridad.

Asimismo, la información recabada permitiría tener una mejor reacción ante catástrofes, como los vertidos de petróleo, los accidentes aéreos y los naufragios, sin olvidar que esto tiene un papel importante en la evaluación del futuro impacto del cambio climático, ya sea en materia de aumento de la temperatura o de elevación del nivel del mar.

En 2017 la cartografía de los fondos marinos dio un salto muy importante cuando la UNESCO unió sus fuerzas con la Nippon Foundation, con quienes lanzaron el programa Seabed 2030, convenciendo a numerosos Estados para que compartieran los datos en su haber sobre los fondos cercanos a sus costas.

Así fue como, en los últimos años, el porcentaje de terreno del que ya había un mapa geográfico pasó del 6 al 20 por ciento.

De acuerdo con la UNESCO, las innovaciones recientes permiten incrementar con rapidez esta cifra, ya que los actuales radares modernos permiten medir la altura del agua en varios puntos y también en varias direcciones a la vez, por lo que ya no es necesario fijarlos a buques tripulados y pueden ser controlados a distancia, lo que facilita salirse de las rutas habituales de navegación.

Foto: Cortesía Rashide Frias


En complemento al llamado, el organismo estimó que alcanzar su objetivo en conjunto del 80 por ciento tendría un costo de alrededor de 5 mil millones de dólares, lo que supone una media de 625 millones de dólares al año de aquí al final de esta década.

La meta propuesta requiere también movilizar una flota de 50 navíos que estén centrados especialmente en la labor mencionada o que los gobiernos y las empresas les faciliten los datos que ya tienen en sus respectivos archivos.

De acuerdo con la agencia EFE, para el año próximo la UNESCO prevé lanzar una herramienta de seguimiento que le permitirá tener un recuento de los avances y de los puntos que deben mejorarse.

El llamamiento de la Unesco fue lanzado con motivo de la celebración en la localidad francesa de Brest de la cumbre "One Ocean Summit", que tiene entre sus objetivos una mayor regulación de las aguas internacionales o la lucha contra la pesca ilegal y los plásticos.

Y es que de acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), un 88 por ciento de las especies marinas está afectado por la grave contaminación con plásticos que sufren los océanos y muchas de ellas ya tienen estos materiales en su organismo, incluidos animales ampliamente consumidos por el ser humano, según un estudio presentado hace unos días por la organización conservacionista.

El informe, que fue elaborado en colaboración con el Instituto Alfred Wegener de Alemania y que recopila datos de 2 mil 590 estudios científicos en la materia, intenta medir el impacto de plásticos y microplásticos en los mares, donde gigantescas "islas" de estos materiales flotantes han sido detectadas en océanos como el Atlántico y el Pacífico.

WWF añade que se ha probado que al menos 2 mil 144 especies sufren contaminación con plásticos en su medio ambiente y en algunos casos ingieren estos alimentos, caso de un 90 por ciento de las aves marinas y un 52 por ciento de las tortugas.

Entre las especies marinas de nuestra cadena alimenticia en las que se ha detectado plástico en el organismo destacan mariscos como el mejillón azul o las ostras, mientras que la quinta parte de las marcas de sardinas enlatadas contienen esas partículas.

“Aunque aún no dispongamos de datos suficientes sobre el impacto de la contaminación plástica en la salud humana, a largo plazo puede ser muy perjudicial y cuánto más haya a nuestro alrededor, más componentes químicos inhalamos e ingerimos en nuestras comidas”, dijo a EFE el director para política global de plástico de WWF, Eirik Lindebjerg.

Foto: Cuartoscuro

UNA BUENA IDEA: “PARAR”

El multipremiado fotógrafo Laurent Ballesta, que en 2019 coincidió con la idea de explorar el fondo marino, pasó 28 días sumergido en una cápsula subacuática a 120 metros de profundidad en el Mediterráneo, donde captó con su cámara especies nunca antes vistas, como el celacanto, que es una especie considerada un fósil viviente que se creía extinto hace 65 millones de años.

Hace unos días, el francés aseguró que la solución a la destrucción del fondo marino es "parar".

Entrevistado por la agencia EFE en el marco del festival de fotografía Xposure, que se celebra en Emiratos Árabes Unidos, Ballesta, tres veces ganador de la Medalla de Oro en el Festival Mundial de Fotografía Submarina y dos veces nombrado Fotógrafo del año de Vida Salvaje, habló durante la jornada de sus expediciones y dijo que el misterio fue lo que lo orilló a sumergirse en una cápsula de cinco metros cuadrados.

Ya durante la pandemia, cuando el galo volvió a recorrer la costa francesa y documentó los efectos del cese de la actividad humana a causa del confinamiento alrededor del mundo, añadió:

“Vimos mamíferos cerca de la costa que hacía años que no captamos por esos lugares y los pocos pescadores que pudieron salir a faenar, de repente, volvían con capturas nunca vistas”.

Según Ballesta, esto invita a la esperanza, porque demuestra que los mares y océanos se pueden recuperar pronto.



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