Museo de los Bichos en Malinalco pide apoyo ciudadano

El lugar ha sufrido el impacto de la pandemia generada por el Covid-19 pues, de acuerdo con los encargados, cerraron sus puertas hace dos meses y actualmente viven una difícil situación para el mantenimiento de sus ejemplares

Violeta Huerta | El Sol de Toluca

  · martes 19 de mayo de 2020

Fotos: Cortesía | Museo Vivo Los Bichos de Malinalco


Desde hace 12 años el Museo Vivo Los Bichos, ubicado en el municipio de Malinalco, ofrece una experiencia diferente: la posibilidad de conocer y acercarse a la naturaleza y a animales, a veces poco conocidos como: insectos, tarántulas, mantis, además de un jardín botánico y mariposario. También realizan reproducción y liberación de especies.

Ese espacio está a cargo de la maestra en Ciencias Lilia Danae Arteaga Rios y el biólogo Iván Trujano Cruz; cuentan con 500 animales, entre ellos, una colección de 15 serpientes, cienpiés, insectos, criadero de mantis religiosa con cerca de 200 ejemplares, tarántulas en peligro de extinción: de patas azules, de espalda blanca, arácnidos y un cultivo de viudas negras, sobre todo para cuestiones de bioalfabetización y educación con estas especies.

Durante una entrevista Trujano explicó que el proyecto es único en el ámbito estatal y en el país y el concepto de museo vivo no es solo una exhibición de animales, sino una cuestión de experiencias, conocer animales, plantas, sus beneficios y concientizar sobre la urgencia de detener la depredación de la naturaleza.

Siempre han trabajado para generar sus propios fondos pues no dependen de ningún presupuesto gubernamental y ese lugar es sostenido por los ingresos en taquilla y otros proyectos educativos, entre ellos: ir a las escuelas a dar pláticas, ofrecer cursos sobre aprovechamiento sustentable, pues el museo siempre ha dependido del museo, pero lleva dos meses cerrado.

Al igual que otras organizaciones este espacio considerado “cápsula de conservación y sentidero de la naturaleza” ha sufrido el impacto de la pandemia generada por el Covid-19, pues cerraron sus puertas y viven una difícil situación para el mantenimiento de ejemplares que forman parte de la colección y de los que están en proceso de liberación.

“El tema nos ha pegado durísimo, tuvimos que cerrar nuestras instalaciones dos meses más o menos y eso rompió por completo nuestro modelo de negocio, con el cual financiamos nuestro proyecto de conservación y damos empleo en la comunidad, y hoy esa es nuestra principal preocupación”.

Afirmó que han buscado generar recursos a través de algunos proyectos y ventas, además de que gente muy generosa se les ha acercado, principalmente quienes alguna vez habían ido al museo, y les han preguntado cómo están y han hecho donaciones, lo cual les ayudó a respirar, pero la situación sigue siendo complicada, aunque ellos no dejan de luchar.

“Sufrimos mucho por nuestros animales, en el sentido de que vamos al día prácticamente”, afirmó Iván Trujano y advirtió que aunque los animales no son de talla grande, todos comen, algunos consumen otros animales, por lo cual es una cadena que significa gastos.


Hasta ahora, aclaró, nadie se ha quedado sin comer, pero es una lucha diaria para tratar de sacar los recursos, pues tienen gastos de operación mensuales de 40 mil pesos entre alimentos, pagos a colaboradores, materiales, servicios como luz y agua que compran en pipas.

El museo operaba los fines de semana al público en general, pero entre semana recibía grupos de estudiantes y empresariales, con lo cual tenían más visitantes.

Apoyo

Hay diversas formas de apoyarlos, entre ellas: la comercialización de productos que son enviados a domicilio, como: las mantis religiosas, insectos comestibles, ensayos, manuales, entre otros que no son su ingreso fuerte, pero es lo que pueden enviar.

También reciben materiales y donaciones en efectivo. Garantizó que todo se destina al museo y constantemente suben a su página www.museovivo.org y a sus redes sociales acciones y actividades que realizan.

¿Cómo nace el proyecto?

Después de realizar sus prácticas profesionales, ambos biólogos “cayeron” enamorados del pueblo, de su vegetación, clima y decidieron que harían algo ahí. Optaron por mostrar el valor de la naturaleza y lo que se puede hacer mediante proyectos productivos: aprovechar para conservar.

El museo está en una vieja casona y detrás de él una organización llamada “Centro Regional para la Conservación Lauro Arteaga”; cada año reciben un promedio de 20 mil visitantes y han recibido algunos premios por su aportación a conservar la biodiversidad

Pese a las dificultades, advierten que no lo dejarán.