Pese a los avances para recuperar la capa de ozono sobre la Antártida como el Protocolo de Montreal de 1987, una nueva amenaza inesperada se ha detectado, lo que puede impedir que para 2060 el agujero esté completamente cerrado.
Dos estudios recientes refieren que el humo de los incendios forestales representan la nueva amenaza, en Australia a finales del 2019 y principios del 2020 descubrieron durante los incendios del Verano Negro que al ser la nube de humo tan grande se elevó a la estratósfera originando una serie de reacciones químicas que destruyó el ozono.
El hecho fue algo totalmente inesperado, detalla el estudio publicado este mes en Proceedings of the National Academy of Sciences, ya que el humo se asoció con una disminución del 1% del ozono en las latitudes medias del sur durante marzo del 2020.
La información es relevante en el sentido de que si bien el 1% no pareciera significativo, lo es considerando que el ozono se reconstruye del 1% al 3% cada década.
En tanto, otra investigación que se dio a conocer en la revista Science, reveló que el humo provocó un aumento de compuestos como ácido hipocloroso que reacciona con las moléculas de ozono para separarlas.
Los científicos consideran que otros incendios forestales de grandes dimensiones podrían tener un efecto similar en el agotamiento del ozono, lo que atrasaría su recuperación, una situación preocupante considerando que los incendios están en aumento debido al calentamiento global.
La Organización de las Naciones Unidas calcula que una disminución del 10% en los niveles de ozono desencadenaría 300 mil casos adicionales de cáncer de piel en todo el orbe.