Sin las abejas no habría en la mesa jugo de naranja, dulce de arándanos, fresas, almendras, manzanas, mangos, calabacines, tomates, kiwis, sandías, así como muchos alimentos más que forman parte de la dieta de las personas en su día a día.
Las abejas tienen un alarmante declive de sus poblaciones, sobre todo en Estados Unidos y Europa, diversos estudios destacan sus servicios a los ecosistemas al ayudar a polinizar la mayor parte de las plantas que existen, señala el artículo: Cambio climático: ¿por qué sería una catástrofe que desaparecieran las abejas y qué puedes hacer tú para evitarlo?, publicado en la BBC News Mundo.
Es a través de la polinización que los granos de polen se transfieren de la parte masculina de la planta a la femenina, o de una planta a otra de la misma especie, dando como resultado las semillas que forman las frutas y vegetales que consumimos, se lee en el artículo.
Algunos datos de las actividades de las abejas es que pueden llegar a visitar 2 mil flores en un día, a lo largo de su vida recorren un total de 800 kilómetros y su buena memoria les permite recordar rasgos en el paisaje, por eso saben donde están sus colmenas.
Se agrega que la polinización no sólo es crucial para los alimentos que ingerimos directamente, también es vital para la reproducción de plantas utilizadas para alimentar al ganado y otros animales en la cadena alimentaria, así como mantener la diversidad genética de las plantas con flores.
De igual forma para las plantas que se utilizan como biocombustibles (canola y aceite de palma), fibras como el algodón, plantas de usos medicinales y ecosistemas como los bosques, fundamentales para preservar los recursos hídricos.
La falta de abejas provocaría un efecto en cascada, ya que al no tener semillas no habrá pasto, ni flores, frutas, ni animales que se alimentan de frutas.
En cifras se tienen registradas 20 mil especies de abejas silvestres, el 75% del cultivo de los alimentos depende de la polinización, 300% es el aumento en el volumen de la producción agrícola que depende de la polinización animal en los últimos 50 años.
La mayor amenaza es la pérdida de su hábitat natural, el cambio climático (que implica un aumento de la temperatura, inundaciones y sequías), y las malas prácticas agrícolas.
