A mediados de este año la Organización Mundial de la Salud (OMS) oficialmente integró la adicción a los videojuegos en su catálogo de enfermedades mentales bajo la descripción de varios puntos de los que sobresale la prioridad que se le da al juego y la continuación del mismo.
Pero ahora un nuevo estudio de la Universidad de Oxford está proponiendo que la adicción a los videojuegos no está ligada a estos sino que es consecuencia de otros factores.
El profesor Andrew Przybylski, director de investigación del Instituto de Internet de Oxford de esa Universidad y coautor del estudio refirió que la determinación de la OMS para catalogar la adicción a los videojuegos como enfermedad mental carece de un análisis del contexto en que se desenvuelven los jóvenes que encuadran en ese supuesto. Además añadió que las variaciones durante la experiencia de gaming se vinculan a cuán cubiertas estén ciertas necesidades como sentido de pertenencia, autonomía y competencia.
“De nuestros hallazgos no creemos que exista evidencia suficiente para pensar que el gaming es un desorden clínico en sí mismo”, concluyó.
Por otro lado la doctora Netta Weinstein, coautora del estudio se sumó a las palabras de Przybylski y añadió “Exhortamos a los profesionales de la salud a observar más de cerca factores fundamentales, como satisfacciones psicológicas y frustraciones diarias, para entender por qué una minoría de jugadores sienten que deben involucrarse con el gaming a un nivel obsesivo”.
La OMS determinó que la adicción a los videojuegos se detecta cuando jugar sea la actividad dominante de la persona al grado de que le impida hacer otras y cuando a pesar de que sea obvia la presentación de consecuencias negativas, jugar siga siendo la actividad dominante.