Toluca, México.- Lejos de emular la fórmula estadounidense de superhéroes o historias de guerra, los primeros años de la historieta en México se centraron en crear personajes con los que el público se pudiese identificar pues, se tenía en mente plasmar historias genuinas acordes a la idiosincrasia del mexicano por medio de situaciones cotidianas y problemas comunes.
Como resultado de esta táctica para principios de 1930 y finales de 1950 la historieta mexicana dominaba una gran parte de la industria del mercado castellano a pesar de que en aquella época la población estaba conformada, en su mayoría, por personas analfabetas.
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Este pequeño altercado –lejos de convertirse en una carencia– se convirtió en un punto a favor para dicha industria sobretodo porque, una buena parte de sus publicaciones hechas en revistas y periódicos, contaban con un alto contenido visual y familiar. Dicha estrategia fomentó el interés de la clase trabajadora por la lectura aunque, al final de cuentas, el verdadero éxito se debido a que las audiencias lo utilizaron como una forma de distracción a las grandes carencias sociales que sufría el país. No hay que olvidar que México venía saliendo de la etapa posrevolucionaria y contaba con un alto índice de marginados sin acceso a la educación.
Historias como "Las mexicanitas", “Don Catarino y su apreciable familia”, “Adelaido el Conquistador”, "La Familia Burrón" o Memín Pinguín" hicieron que el mundo volteara a ver a nuestro país y, en consecuencia, se desencadenó una nueva migración masiva por parte de artistas, pintores, músicos y cineastas los cuales arribaron a nuestro país para enriquecer nuestros usos y costumbres.
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Sin embargo, con el paso de los años y la llegada de la radio, las formas de consumir productos cambió radicalmente en nuestro país. La fórmula que tantos años funcionó poco a poco decayó e incluso se volvió monótona para las nuevas generaciones. Ya no bastaba con soñar y pensar que se podía salir de la miseria y conseguir el éxito de alguna u otra forma. Ahora el público pedía nuevas historias y personajes enfocados a la ciencia ficción.
Ante esta situación, historietas como Rarotonga o el mismísimo Kaliman entraron en acción para cautivar a propios y extraños siendo este último uno de los más exitosos debido a que, en cada una de sus historias, se podían leer aventuras espectaculares. Enfrentaba a seres míticos en distintas partes del mundo y combinaban lo real con lo sobrenatural. Su importancia en el mundo del cómic fue tal que actualmente muchos de los super héroes se basan en puntos claves que este personaje aplicó el siglo pasado.
Con base en este tipo de argumentos pasaron las décadas y el cambio generacional fue testigo de como este tipo de héroes fueron sufriendo una metamorfosis al grado de “evolucionar” a un héroe más real. El mejor ejemplo de esto fueron los Luchadores. Esos personajes míticos que forman parte de nuestra cultura y que tanto reconocimiento nos han dado a nivel mundial.
El Santo o Blue Demon fueron algunos de los más famosos. Con historias alucinantes hicieron vibrar a más de una generación. Al igual que sus predecesores, estos personajes se enfrentaban a criaturas míticas (vampiros, momias, monstruos, seres de otros planetas, etc) la única diferencia fue que ellos dieron el salto de la televisión al papel impreso.
Sin lugar a dudas, toda esta serie de cambios nos muestran un poco de la evolución que ha sufrido este tipo de trabajo que ha contado con un gran reconocimiento internacional