La mentira no es exclusiva de los seres humanos, está presente en la naturaleza con organismos que utilizan camuflaje para protegerse de los depredadores, por lo que ha ayudado a subsistir a insectos, peces y otros animales que fingen ser otra cosa.
En las personas la función de engañar además de ser un mecanismo de protección sirve para relacionarse, sin embargo cuando mentir es un estilo de vida se le conoce como mitomanía y se convierte en un problema psicológico.
Dolores Mercado Corona, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, señaló la importancia de distinguir al mitómano del mentiroso, en el primero de los casos dice mentiras porque vive insatisfecho con su realidad y en casos extremos llega a creerse esa invención.
Otras de sus características es que tiene baja autoestima y considera que sus capacidades no son bien aceptadas por la sociedad y por eso se crea una imagen para ser aceptado a tal grado de ser personas seductoras y atractivas.
El mitómano sufre de ansiedad y mentir en exceso es una estrategia para disminuir ese sentimiento negativo, le permite afrontar el ambiente social y físico de una forma más tranquila gracias a que también cree sus propias historias.
Por parte el mentiroso utiliza este método para obtener un fin que lo beneficie, el engaño se convierte en un instrumento para obtener la recompensa que requiere, como aquellos que mienten a su pareja por mucho tiempo.
Para la académica de la máxima casa de estudios del país, una de las causas de la mitomanía viene desde la crianza debido a que no hubo una socialización adecuada, los padres no corrigieron los errores de la realidad del niño y con el paso del tiempo se fue complicando.
La falta de empatía es otra de las causas en busca de una relación exitosa con sus semejantes la cual gana, pero cuando se dan cuenta de la falsedad de sus historias pierde credibilidad, es por eso que no logra afianzar amistades sólidas, la verdad está lejos de sus objetivos.