No solo en Egipto y Guanajuato hay momias, también en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) en Toluca donde residen seis; tres adultos y tres infantes, su historia enmarcada en las leyendas y la tragedia hablan de una época de profundos cambios sociales, políticos y culturales.
Pero hay muchas incógnitas que los investigadores tratan de conocer, ¿cuándo y de que murieron?, ¿quiénes son?, así como precisar qué elemento químico permitió su conservación.
Las seis momias se encuentran en el Museo de Historia Natural “Dr. Manuel M. Villada” en el edificio de Rectoría de la máxima casa de estudios de la entidad, de las cuales únicamente dos son exhibidas al público.
Ante la falta de muchas respuestas las leyendas han rodeado a las momias que les han dado popularidad y una identidad, el Padre Botello es uno de ellos, su historia tiene al menos dos versiones, pero en ambas termina en la horca.
La primera es que no era un padre, se hizo pasar por sacerdote para recibir la protección de la iglesia y confianza de la gente, pero su gusto por el alcohol lo llevó a cometer indiscreciones, incluso abusos sexuales, así que fue arrestado y condenado a la horca en el Rancho Capardillas.
En tanto que la segunda dice que su nombre era Francisco González y utilizaba el confesionario para seducir mujeres solteras y casadas, pero al final fue descubierto y conducido al patíbulo en el Rancho Capardillas.
Por lo que toca a María Reyna era originaria de Almoloya de Juárez y se dice que fue esposa de un bandolero de nombre “Chepe pesos duros”, ella murió de disentería después de contagiar a una de sus parientas y a los hijos de esta, por lo que fueron enterrados todos juntos utilizando cal, que permitió la momificación.
La investigación científica
La investigación sobre los cuerpos momificados comenzó hace aproximadamente tres años con un equipo multidisciplinario integrado por Héctor Favila (antropólogo físico), Karla Andrea Ambriz Bernaldez, directora del Museo de Historia Natural “Dr. Manuel M. Villada” y Karen Ivett Mejía Torres que trabaja la parte histórica.
Karen Mejía Torres, investigadora de historia del Colegio Mexiquense, detalló lo que al momento se conoce de cómo llegaron a formar parte del Museo de Historia Natural de la UAEM.
“Sobre cómo llegaron ahí es lo que precisamente me dediqué a investigar, arribaron al museo por dos procesos a finales del Siglo XIX, que es algo que no se conoce mucho; el primero es la reorganización de los cementerios tanto en Toluca como Almoloya de Juárez, otros municipios de la entidad y a nivel nacional, el otro es la creación de museos, recintos culturales y educación”, dijo.
Detalló que en el primer proceso que es la reorganización de los cementerios remite a cómo fueron extraídos los cuerpos, son seis los que existen actualmente en el museo y únicamente dos expuestos (entre ellos el padre Botello).
De los seis cuatro proceden de Almoloya de Juárez, uno de Toluca y otro de la Ciudad de México, en el caso de Toluca como se estaban poniendo en práctica muchas leyes reformistas que establecía como deberían estar establecidos los cementerios (1857), en 1861 la ley de registro civil le quita a la iglesia la exclusividad de estas funciones, así como la secularización de cementerios (1859) que dice que el gobierno es el que se debe hacer cargo de esos recintos.
“Todas estas leyes son las que se van a poner en práctica, hay varios cementerios de donde sacan los restos, si alguien no los reclama se van a fosas comunes y entre esos estuvo el de San Diego, ahí se dice que se encontró un cuerpo momificado que es de Toluca, en Almoloya (ubicado frente a la plaza) sucede el mismo proceso, hay una reorganización, abren las fosas y los familiares deben trasladar los restos de sus parientes”.
En 1887 ya había al menos dos cuerpos que se sacaron de Almoloya de Juárez y esos se mandaron a que se expusieran al público y ver si alguien los reclamaba.
En Almoloya también se tiene toda una reorganización urbana que incluye abrir calles sobre el antiguo cementerio, un jardín, esto permite que los cementerios sean restablecidos y en consecuencia encuentren los cuerpos.
Karen Mejía refirió que en Almoloya existe una momia con el nombre de “Don Remigio” en Palacio Municipal, pero las que llegaron a Toluca tuvo que existir previamente una negociación con los habitantes para su autorización y esa remisión tiene que ver con el segundo proceso, el de la creación de los museos y recintos culturales.
“No solo era a nivel municipal y estatal, ocurría en todo el país desde 1867 hasta 1925, se va a dar el armado y construcción del Museo Nacional, que es el antecedente al Museo Nacional de Antropología e Historia que conocemos hoy, pero a nivel mundial también existe esta tendencia de hacer recintos que instruyan a las personas de una manera más didáctica”, indicó.
En 1889 el gobernador del Estado de México José Vicente Villada emite una circular el cual establece que todos los municipios debían mandar los objetos más representativos o dignos de exposición para armar un museo del estado y empiezan a hacer una sala de antigüedades, es así que llegan restos óseos, de animales, semillas y entre estos objetos Almoloya de Juárez envía al menos dos momias.
Para 1894 en un diario del viajero Aurelio Venegas ya se tiene la mención de que en este museo del estado ubicado en Toluca había dos momias, pero en 1890 está el registro en las actas de cabildo de Almoloya donde se remiten las dos momias, después otra de niño y en 1901 otra más.
El proyecto de investigación hasta suena tardío porque nadie se había interesado en las momias, pero ¿cómo ubicaron su identidad?, pues fue a través de las leyendas ya que no hay la certeza de quienes son, pero esto permite ver más allá porque habla de la historia de la ciudad de Toluca y del estado, incluso a nivel nacional en lo social y político.
En este proceso de armado del museo del estado va a ser muy importante la colaboración del Instituto Científico y Literario de Toluca, que es el antecedente de la Universidad Autónoma del Estado de México porque ellos van a servir de asesoría para la evaluación de todos estos materiales que estaban enviando los municipios.
“En ese entonces ya se vivía lo que es el aumento poblacional y las necesidades también crecieron, la gente se enferma y mueren más, requiere más espacios de entierro, pero además las personas necesitan educación y una identidad, de ahí la importancia de los museos”, indicó Karen Mejía.
Lo que sigue
La difusión para que la gente conozca la existencia de estas momias es en lo que se debe trabajar más, pero en la parte histórica donde está a cargo Karen Mejía se buscará indagar cómo se va construyendo ese gabinete de Historia Natural y ver si las momias pasan directamente del gobierno al Instituto Científico y Literario.
“En la parte de antropología física lo que sigue es hacer más estudios a los cuerpos, por ejemplo Héctor Favila ha propiciado que instituciones extranjeras vengan a analizar los cuerpos debido a que no siempre se tiene el instrumental necesario, al momento los estudios que se las han hecho son de radiografías, que ya permiten decir algunas características de los cuerpos”, indicó.
Una de las interrogantes es saber de qué murieron, porque siempre se ha dicho que los cuerpos tienen rasgos de dolor, tampoco se sabe si hay los elementos que den una pista sobre ello debido a que ya no hay rastro de los órganos.
En la parte histórica muchas de las leyendas que se conocen se han encontrado en que tal vez murieron de disentería, no obstante no hay pruebas para comprobarlo porque en el Siglo XIX había muchas otras enfermedades.
Incluso es necesario determinar con más detalle el cómo se conservaron, una de las posibilidades que se mencionan dentro de las leyendas es que en el caso de María y sus familiares al ser enterrados se les puso cal, que permitió la momificación.
“Después de realizar esos estudios lo que falta es cruzar las investigaciones, porque el antropólogo físico me puede dar más luz de cómo se conservaron los cuerpos, y en mi caso determinar si fue algún tipo de enfermedad y ahondar más en en los síntomas”.
A todo lo anterior se suma la importancia de saber quienes son para que no sigan en el anonimato, fueron personas y sería bueno que recuperen su identidad, aunque por todo lo que se ha hecho, Karen Mejía consideró que es prácticamente imposible debido al tiempo y la movilidad que han tenido.
Las momias las puede visitar el público en el edificio de Rectoría de lunes a viernes en horario de las 10:00 a las 17:00 horas.