Los tratamientos psicológicos por trastornos alimenticios, como la anorexia y bulimia, aumentaron durante la pandemia del Covid-19 debido a que las dinámicas familiares visibilizaron dichas enfermedades.
El convivir con la familia a diario, debido al confinamiento que provocó la pandemia, hizo que las personas cercanas a quienes sufren de estas enfermedades se dieran cuenta de lo que pasaba al interior de casa.
Así lo explicó Alejandro Gutiérrez Cedeño, coordinador del Centro de Estudios y Servicios Psicológicos Integrales de la Universidad Autónoma del Estado de México, quien aseguró que la atención psicológica para anorexia y bulimia no se incrementó, más bien, se visibilizó.
“El tema de la pandemia visibilizó muchas de las cosas que ya existían. No quiere decir que, derivado de ello, se hayan incrementado, no, más bien se visibilizaron”.
“Hablar de bulimia, de anorexia, sin duda, eran casos que a veces los papás ni se daban cuenta, pasaban en el anonimato, en el ocultismo total y absoluto, por las dinámicas de trabajo. Ahora, ya no, las cosas cambiaron”, explicó en entrevista, el psicólogo Gutiérrez Cedeño.
De acuerdo con la Facultad de Trastornos de la Alimentación en el Royal College of Psychiatrists, en los hospitales de Oxford, Inglaterra, por ejemplo, los problemas de urgencia por desórdenes alimenticios pasaron del 20% al 80% durante la pandemia.
La alimentación es un síntoma de que el estrés o la depresión se están apoderando del ánimo de las personas durante el Covid-19.
“El alimento es un buen escaparate para la manifestación de esa dificultad emocional que se vive en pandemia”, reiteró Gutiérrez Cedeño.
Para superar estos traumas emocionales relacionados con la autoestima baja, el experto explicó que primero se debe reconocer que se vive en el trastorno alimenticio, y dejar de engañarse a sí mismo y a quienes lo rodean.
“No es cierto que la dieta, que no es cierto que me hizo daño, que no es cierto que me pongo gordo, porque el tema muchas veces tiene que ver con la auto imagen, primero se debe de reconocer que se sufre un trastorno”, explicó.
Al mismo tiempo, las familias y quienes rodean a una persona con anorexia o bulimia no deben de satanizar, ocultar, hacer burla o cuestionar a las personas que lo viven, pues deben ser solidarios para ayudar a reconocer que tiene un problema psicológico que repercute en su alimentación diaria.
No se trata de señalar a la “oveja negra” de la familia, sino entender que la “oveja de la familia” es resultado de una dinámica compleja de una “negra familiar”, por lo que la responsabilidad es compartida, así como su posible solución.
“Es muy importante saber que el trastorno de un jovencito o jovencita es el resultado de una dinámica familiar, educativa, laboral, el problema no surge por sí solo, hay factores alrededor”.
Posterior al reconocimiento de este trastorno, se debe de acudir con los profesionales en la materia para evitar que dicha conducta alimenticia se siga repitiendo, como: psicólogos, psiquiatras, médicos o nutriólogos.
Asegurando que la atención por parte de sus colegas a los problemas originados por las emociones que se reflejan en la alimentación han aumentado considerablemente.
Sin embargo, no solo la atención por anorexia y bulimia ha aumentado durante el Covid-19, sino también el apoyo que han dado en terapias donde falta la comunicación, diferencias de objetivos en familia, incompatibilidad emocional, adicciones, infidelidades, trastornos de sueño, obsesiones y compulsiones.