Los conservadores para los alimentos pueden ser naturales y artificiales, los primeros los ha utilizado la humanidad desde hace miles de años, sin embargo en tiempos recientes los artificiales han ganado terreno pero también han traído problemas para la salud.
En cuanto a los naturales destacan la congelación, fermentación, encurtido, curado y enlatado, para lo cual se utilizan cantidades importantes de sal o azúcar, no obstante su alto consumo también ha generado problemas de salud.
Para detallar su uso, por ejemplo una ración de cecina (unos 28 gramos) contiene 470 miligramos (mg) de sodio; lo que supone 20% de la cantidad máxima recomendada de 2 mil 300 mg al día.
Los alimentos congelados (sobre todo ciertas cenas) son especialmente ricos en sodio. Una cena congelada Marie Callenders con filete, papas y macarrones con queso contiene mil 190 mg de sodio, más de la mitad de la ingesta máxima recomendada.
Una dieta rica en sodio se ha relacionado con enfermedades cardiovasculares, renales crónicas, osteoporosis y cáncer de estómago.
Mientras que los conservadores artificiales suelen utilizar distintas sustancias químicas y se consideran seguros en las cantidades que se utilizan actualmente, el problema es que se asocian a los alimentos procesados y preenvasados.
Entre los conservadores más utilizados están: sorbato de potasio, muy utilizado en productos de panadería, fruta, queso, aderezo para ensaladas y mayonesa, otro conservante es el BHA/BHT (butilhidroxianisol y butilhidroxitolueno), el cual evita que las grasas y los aceites se dañen, se usa en alimentos como la margarina y la manteca.
Otro conservador es el parabenos: utilizado comúnmente en los cosméticos y el maquillaje, el problema es que lo absorbe la piel y llega a la sangre, o bien a la leche materna y ocasionar problemas al bebé.