Aunque la definición de felicidad tiene una larga historia y se remonta a argumentos filosóficos y a la búsqueda de la sabiduría práctica, en los tiempos modernos se ha equiparado al hedonismo, el cual se basa en el logro del placer inmediato, en la ausencia de afecto negativo y en un alto grado de satisfacción con la propia vida.
No obstante varios académicos sostienen que los altos niveles de bienestar subjetivo dependen de una perspectiva multidimensional que abarca componentes tanto hedónicos como eudemónicos (una justificación de todo aquello que sirve para alcanzar la felicidad).
La sensación de felicidad se ha conceptualizado como el bienestar experimentado por las personas, tanto en pensamientos como en sentimientos, a partir de ahí un artículo publicado en la revista Frontiers in Psychology evaluó el bienestar subjetivo analizando la efectividad del entrenamiento mental para ayudar a desarrollar nuevas formas de nutrir nuestra propia felicidad.
El documento escrito por Fátima Servián Franco, psicóloga general sanitaria y directora del Centro de Psicología RNCR y PDI en la Universidad Internacional de Valencia, agrega que cuando se habla de la felicidad modulable y entrenable en psicología, esta postura se apoya en la teoría de la motivación humana de Maslow.
El entrenamiento toma en particular a las emociones, basado en el principio de que el bienestar individual está indisolublemente ligado al desarrollo de las virtudes y fortalezas humanas internas como el equilibrio emocional, el yo interno, conciencia, una actitud abierta y solidaria hacia uno mismo y los demás.
Las estrategias cognitivas y conductuales simples que los individuos eligen en sus vidas podrían mejorar la felicidad, más que las condiciones externas y ambientales
No obstante en el artículo dado a conocer por la BBC News con el título ¿Se puede aprender a ser feliz? Publicado el 23 de junio de este año, también se añade que en la realidad no todos los estímulos son positivos.
En medio de la excesiva entrada a nuestros cerebros de información externa en busca del cero afecto negativo, es algo difícil de alcanzar, porque al final para sobrevivir y adaptarse a la naturaleza humana, existe un gran volumen de emociones displacenteras necesarias que deben ser experimentadas. El afecto negativo forma parte de nuestro día a día, de ahí la necesidad de un equilibrio entre lo externo e interno.