Consumir en exceso alimentos con abundantes condimentos, altos contenidos en grasa y picantes, obligará al estómago a estimular los receptores químicos que producen sustancias para facilitar la digestión, pero con el tiempo se convierte en un transtorno que se manifiesta con el reflujo gastroesofágico que padecen cinco de cada 10 personas en México.
Los receptores son un conjunto de redes neuronales que recubren el estómago y el sistema digestivo, fundamentales para el proceso diario de trituración de alimentos durante la digestión al generar las sustancias necesarias (ácidos gástricos) que ayudan a la correcta extracción de los nutrientes y vitaminas que necesitamos.
“Nuestra alimentación se caracteriza por ser rica en antojitos, así que el mes patrio es el pretexto para comer de más, posteriormente el maratón Guadalupe-Reyes, pero es una realidad que están en cualquier evento social, lo que ocasiona muchos cambios en el aparato digestivo, esto favorece la aparición de diversas enfermedades como el reflujo gastroesofágico”, señaló en entrevista José de Jesús Herrera Esquivel, cirujano endoscopista y fisiólolgo del aparato digestivo.
La enfermedad por reflujo gastroesofágico ocurre cuando un músculo al final del esófago no se cierra adecuadamente, lo cual permite que el contenido del estómago regrese hacia el esófago y lo irrite.
INGREDIENTES DIFÍCILES
La grasa destaca entre los ingredientes con lo que se preparan los principales platillos en la gastronomía mexicana, al estómago le toma más tiempo digerirla, es por esto que la comida alta en grasa provoca una sensación de saciedad más prolongada.
El proceso digestivo empieza cuando las glándulas debajo de la lengua secretan una enzima llamada lipasa lingual que divide las moléculas de grasa, posteriormente al llegar al estómago se secreta otra enzima: lipasa gástrica, que continúa el trabajo de ir dividiendo las moléculas de grasa durante el proceso de digestión.
Pero comer en exceso supone demasiada presión para el sistema digestivo porque requiere más enzimas y jugos digestivos, por eso el estómago reacciona a veces inflamándose, también altera toda la flora del intestino y puede afectar desde los niveles hormonales hasta la salud inmunológica.
Por otro lado, el picante no es un sabor, ya que no lo captamos con el sentido del gusto, sino a través de receptores del dolor llamados nociceptores (que emiten las señales de dolor al sistema nervioso central). Los mismos que reaccionan al calor intenso o a las abrasiones en zonas de la piel, boca, en las fosas nasales y en las mucosas en general.
“El picante estimula receptores y terminaciones nerviosas que le dan a la comida un sabor muy particular, en nuestra cultura se consume en grandes cantidades, aunque como tal el chile no sea el más dañino, sino la combinación de elementos para tener una salsa o unos chiles en vinagre que sabemos al final nos pasarán factura”, abundó el especialista quien trabaja en el Hospital Ángeles del Pedregal de la Ciudad de México.
Lo que estimula a los nociceptores, y por lo tanto del sabor picante de los chiles, es una sustancia llamada capsaicina, que por lo general se encuentra en el tejido que rodea las semillas.
Que los chiles tengan esta sustancia es que los protege contra hongos, ya que resulta tóxica para estos patógenos, sin embargo, que resulte picante para los mamíferos podría ser un mero efecto colateral.
“En épocas prehispánicas los curanderos utilizaban el picante como un antiparasitario y se ha demostrado que tiene propiedades curativas, es un buen elemento en nuestra dieta, pero lo negativo son las combinaciones que hacemos”, indicó Herrera.
En cuanto a los condimentos que tienen la función de realzar el sabor en las comidas, México es uno de los países que más los utilizan, además de la India, China, Japón y algunos otros países asiáticos, el problema con ellos, dijo el especialista, radica en su combinación y que prácticamente todos a la hora de prepararlos llevan grasa.
Destacan condimentos como la pimienta, clavo, nuez, ajo, cebolla, canela, sal, chile piquín, laurel, jengibre, anís, comino y orégano, que muchos de ellos no pueden faltar en los tradicionales moles, pero que representan un verdadero reto para el estómago por ser irritantes, pueden causar alergias y estimulan la necesidad de tomar más líquidos, lo que dificulta su digestión.
Y para acompañar un buen platillo con los ingredientes antes mencionados en muchas ocasiones se suman a la mesa las bebidas alcohólicas, que terminarán por reforzar los malestares en el estómago.
Debido a su bajo peso molecular (46), las bebidas alcohólicas no requieren de un proceso de digestión y son absorbidas directamente en su estado original a través de la pared del intestino delgado y de la mucosa estomacal.
Cuando el alcohol está en el estómago, empieza a trabajar con la enzima deshidrogenasa, este proceso va a reducir la cantidad que va a entrar a la sangre en un 20% aproximadamente (las mujeres producen menos de esta enzima, lo cual puede explicar porque se intoxican con menos cantidad que los varones). Además, cerca del 10% del alcohol es expedido por nuestro aliento y la orina.
La absorción comienza por la parte superior del intestino delgado, transportado por la sangre para llegar al hígado a través de las venas y capilares de nuestro sistema digestivo.
El consumo de alcohol, detalla Herrera, afecta la estructura de las células del hígado permanentemente, eso explica porque los alcohólicos desarrollan hígado graso debido a que sólo puede metabolizar ½ onza de etanol por hora, dependiendo de la persona y tipo de comida consumida.
NO EXCEDERSE, LA MEJOR OPCIÓN
La mejor recomendación es comer alimentos simples, hacerlo de forma balanceada, beber con moderación y tratar de evitar las comilonas tradicionales, y si no es posible, hacerlo con moderación.
“Para estos días sin dejar a un lado los festejos debemos buscar una alimentación balanceada, pero si se nos atraviesan las bebidas alcohólicas y las comidas tradicionales mexicanas, debemos disfrutarlas sin exceso, porque si ya padecen el reflujo les sugiero acudir al médico para una evaluación que les permita conocer la seriedad del problema”, indicó el cirujano.
Evitar los excesos e incrementar la actividad física ayudará a no tener sobrepeso y enfermedades de hipertensión o diabetes, ya que cambiar de costumbres alimenticias no es una tarea fácil, pero Herrera confía en que se puede convivir sanamente con ellas.
ALIMENTACIÓN EN EL FUTURO
El médico reconoció que se están dando cambios importantes en la forma de comer de los mexicanos, la población está creando más consciencia gracias al papel que tienen los medios de difusión; la gente está más preocupada por mejorar su calidad de vida.
“Tristemente somos uno de los países a nivel mundial con serios problemas alimentarios, en obesidad infantil tenemos el primer lugar, pero eso a la vez ha permitido que las autoridades echen andar programas enfocados a la alimentación sana”, manifestó.
No obstante las dificultades son grandes porque se está luchando contra una cultura, si bien con las fiestas patrias es un buen pretexto, cualquier evento social es motivo de celebración con los platillos tradicionales.
“No recuerdo un festejo o un cumpleaños de la abuela, del hijo, el papá o la mamá en que no se tenga una comilona, y en esas escasas veces he visto que el platillo central sea una ensalada o algo sencillo de digerir, de ahí que no es difícil cambiar estos hábitos que comienzan en el seno familiar”, puntualizó.