Comer para calmar nuestras emociones después de un mal día o durante momentos de estrés se le conoce como alimentación emocional, la cual cuando se convierte en un hábito puede provocar un aumento de peso.
Además puede provocar sentimientos de falta de control con respecto a la comida que a la larga lleva a un estilo de vida poco saludable.
Los investigadores han explorado qué puede causar la alimentación emocional y han descubierto múltiples posibilidades, incluyendo el racismo, la homofobia y el abuso físico o sexual, por lo que se puede manifestar con la poca autoestima, problemas en el trabajo o las relaciones sociales.
La manera de afrontar la alimentación emocional es adoptar otras estrategias para liberar el estrés como el ejercicio, meditación, asesoramiento, libros de autoayuda y en general un pensamiento más positivo hacía la vida.
También es importante crear pequeños hábitos nuevos que se puedan consolidar uno a la vez durante un lapso prolongado como el simple hecho de tomar un vaso de agua al llegar del trabajo o la escuela para dar paso a un momento de más calma.
Lo anterior ayudará a tener una mejor autoestima, una mejor comprensión en el proceso de afrontar la alimentación emocional al tener más alternativas.
Actualmente la alimentación emocional no se considera un trastorno alimenticio, pero puede provocar algunos como los atracones, de ahí la importancia de tenerla bajo control antes de que avance a ese punto.