Al llegar a casa lo único que queremos es descansar y quitarnos los zapatos sin embargo no todo es comodidad y frescura con las chanclas. Pese a que te sientas a gusto con ellas, usarlas no resulta tan conveniente, en especial si nunca te las quitas.
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Riesgo de lesiones
De acuerdo con podólogos, el problema de la mala sujeción no se reduce a chanclear sino que aumenta el riesgo de caídas, torceduras y esguinces.
Y no es lo único pues si regularmente te llevas las chanclas al trabajo, con el tiempo podrías sufrir tendinitis de Aquiles e inflamación del tejido de la planta del pie, debido a lo plano de la suela.
Por si fuera poco, la suela no sólo es plana, sino delgada, lo cual provoca un mayor impacto en tu talón, provocando un dolor intenso.
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Tu esfuerzo al caminar es mayor. No sólo “engarrotas” los dedos para sujetar la chancla, además arrastras el pie y tobillo, lo cual puede dañar tanto a éstos, como a tu rodilla e incluso cadera.
Callos: Ese “aferrarte” a las chanclas para que no salgan volando, puede provocarte callos, en especial entre el dedo gordo y su vecino.
Ampollas: Si eres fan de las de pata de gallo o flip flops, esto podría causarte una ampolla, pues el roce entre la tira y el interior de tus dedos es constante.
No te salvan de todos los hongos. Quizá puedan salvarte de los que se esconden en la ducha o alberca, pero no de los que están en ellas.
Aunque no lo creas, si tus chanclas todo el tiempo están mojadas, se convierten en un ambiente perfecto para que salgan hongos y se reproduzcan. Esto en especial si son de base de espuma.
Daña tu postura: Al ser planas, no le dan un buen apoyo a tu pie ni cuerpo y, por lo tanto, tendrás una mala base para tu postura, por lo tanto, es muy común que camines más encorvada.