¿Por qué no podemos resistirnos a la mirada de los lomitos?

De acuerdo con la ciencia nuestros amigos peludos han convivido tantos siglos con nosotros que conocen nuestras debilidades

El Sol de Toluca en Línea

  · viernes 28 de junio de 2019

Foto: Ilustrativa


Más de una vez te habrá pasado que no puedes regañar a tu mascota cuando hace una travesura por la manera en la que te mira; ¡caes rendido ante sus adorables ojos!

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Resulta que esa expresión en su rostro es un arma evolutiva exclusiva de los canes con la que pretenden comunicarse con los humanos. Lo anterior, de acuerdo con un estudio realizado por un grupo de científicos de la Universidad Duquesne en Pittsburgh, en Estados Unidos.

Los investigadores realizaron comparaciones entre perros y lobos para conocer el proceso de domesticación de los canes. El estudio reveló que los perros han desarrollaron un músculo facial muy pequeño que les permite levantar la ceja interna, permitiéndoles generar esa mirada de culpa.

Este músculo no se encontró en los lobos, lo que sugiere que los perros evolucionaron rápidamente este tejido adicional para comunicarse mejor con los humanos.

Para confirmarlo, los científicos filmaron interacciones de dos minutos entre perros y un humano al que desconocían. Luego repitieron el proceso entre lobos y una persona. Solamente los perros lograban mover el contorno de los ojos con mucha intensidad al mirar a los humanos.

“Aquí mostramos que la domesticación de los perros hace 33 mil años, transformó la anatomía muscular facial de los perros específicamente para la comunicación con humanos. Este movimiento hace que los ojos de los perros parezcan más grandes, dándoles una apariencia infantil”, explica Bridget Waller.

Por si fuera poco, un estudio anterior elaborado por el mismo equipo de científicos descubrió que la mirada tierna de los perros puede ser utilizada por los canes más audaces que viven en refugios. Esto permite que sean adoptados más rápido que los peludos que no utilizan este movimiento con tanta frecuencia.

Juliane Kaminski, coautora del estudio, sugiere que este movimiento facial específico evolucionó en los perros para aumentar el vínculo de los animales con los humanos.