Mientras más aumenta el consumo de alcohol en los jóvenes es más fácil encontrar marcas que por 30 o 50 pesos pongan alcohol a su disposición. Uno de los productos más conocidos es el Tonayán.
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Se suele creer que el Tonayán es un mezcal, pero en realidad es un licor de caña que seca la boca y si se toma sólo raspa la garganta. Su precio ronda los 25 pesos y es el ingrediente principal en la preparación de las “aguas locas”.
Ese famoso "cóctel" a base de alcohol barato mezclado con agua natural o gasificada, un sobre de polvo saborizado o jugo. Es la opción cuando las botellas y las cervezas se terminaron y la gente quiere seguir bebiendo, pero ya no hay mucho dinero.
El principal problema de este licor de caña es que su etiquetado no incluye una descripción con los elementos que lo componen. Los consumidores no saben qué tipo de alcohol contiene la botella ni con qué otras sustancias está mezclada.
Lo anterior representa un problema de salud debido a que las bebidas sin etiquetado explícito violan el derecho a la información del consumidor y otras normas. El consumo de cócteles mezclados con saborizantes tienen efectos secundarios como aumento del proceso de la gastritis, vómito, pérdida del estado de conciencia y problemas respiratorios.
En general, el consumo de destilados de caña dificulta la absorción de la vitamina B, como la tiamina, que a nivel cerebral provoca pequeñas hemorragias y alteraciones causantes de la pérdida de memoria y la vista.
La Procuraduría Federal del Consumidor agregó en 2006 al Tonayán en la lista de marcas que engañan a los compradores. Durante mucho tiempo, la etiqueta lo denominaba como licor de agave, pero a partir de ese año cambió su denominación a licor de caña.