Desaparece negocio tradicional

 Pandemia terminó con "Impala"; inició en los años treinta

Sandra Hernández | El Sol de Toluca

  · viernes 15 de enero de 2021

Daniel Camacho | El sol de Toluca

La pandemia de Covid-19 se llevó al restaurante “Impala”, que durante 90 años operó en el centro de Toluca.

En marzo de 2020, los gastos fijos se volvieron incosteables. Entre estos se encontraban el pago de la renta, la cancelación de créditos por parte de Nacional Financiera (Nafin) y el gobierno municipal de la capital mexiquense, los sueldos a trabajadores e incluso el contar con la única cafetera italiana en el país de seis palancas, la cual representaba un gasto bimestral de entre 8 y 10 mil pesos.

Zahide Salgado Kuri, quien actualmente tiene 83 años, era administradora del negocio. Su marido Sergio Díaz, fue el fundador, pero falleció en 2007. Su hija Soraya Díaz también estaba a cargo del negocio.

“La pandemia del Covid-19 que comenzó el año anterior nos impactó de manera importante, al grado que tuvimos que bajar la cortina”, indicó Salgado Kuri.

La empresaria refirió que cuando comenzó la emergencia sanitaria cerraron el negocio para cumplir con las medidas sanitarias.

“Decidimos cerrar el negocio y afortunadamente en todo este proceso conté con el apoyo incondicional de mi hija Soraya”, enfatizó.

A partir de ese momento comenzaron a retomar un poco más las herramientas tecnológicas e incrementar la publicidad a través de las redes sociales.

“Los clientes tradicionales comenzaron a solicitarnos pedidos a domicilio u optaron por recoger la comida en el negocio”, aseveró.

Además, el propietario del local que ocupaban en la avenida de Nicolás Bravo los apoyó con el pago de la renta, lo cual les permitió tener a flote el restaurante, pues contaban con recursos económicos suficientes para los gastos fijos, entre ellos la luz, nómina e insumos, entre otros.

“El propietario del local en la calle de Bravo falleció en noviembre del año anterior por Covid-19, lo cual también nos afectó porque siempre nos apoyó, lo cual ya no hicieron los dueños actuales”, externó.

También lamentó que el sector empresarial local no cuente con el suficiente apoyo por parte de las autoridades.

“No existe un compromiso real de las autoridades por apoyar a los empresarios, ya que sus buenas intenciones únicamente se quedan en los discursos y así dudo mucho que puedan rescatar al centro de la ciudad”, enfatizó.

Sin embargo, Salgado Kuri confió en un futuro relanzar su negocio, pero sería en Metepec.


Un poco de historia

Los años treinta del siglo pasado fueron los inicios del restaurante de “Impala”, que comenzó bajo la razón social de “La Terminal”.

En 1930, Rafaela Velázquez de Mañón, mejor conocida como “La Güerita”, decidió iniciar este negocio en la calle de Riva Palacio, atrás del Congreso local. Llevó el nombre antes referido hasta 1960.

“La Terminal” comenzó siendo una tortería, además de que ofrecía otros platillos para posteriormente cambiar a “Impala”, mudándose en ese momento a otra calle céntrica como lo es Mariano Matamoros.

En noviembre de 1960, la señora Carolina Mañón Velázquez y Sergio Díaz Mañón, hija y nieto de doña Rafaela, siguieron con el concepto del restaurante, cambiando de nombre definitivamente a “Impala”.

El nombre “Impala” surgió porque a Sergio Díaz siempre le gustó dicho modelo de la empresa Chevrolet.

Fotos: Luis Rodríguez | El Sol de Toluca

Fue Sergio Díaz quien cambió el restaurante a Los Portales de Toluca, sitio en donde el establecimiento vivió varios años de auge y consolidación, ya que se convirtió en el punto de reunión por excelencia de la capital mexiquense.

En este restaurante fueron comensales Ernesto “Che” Guevara y Fidel Castro, durante su estancia en México, previo a la Revolución Cubana.

Al “Impala” también llegaron gobernadores como Gustavo Baz, Ignacio Pichardo Pagaza, Jorge Jiménez Cantú y Carlos Hank González.

Cuando se registró un movimiento sindical en Los Portales y los trabajadores exigieron liquidaciones, situación que provocó que el “Impala” cambiara de lugar a la avenida Nicolás Bravo, número 126, en donde permanecieron por 20 años.

“Al morir Sergio se dio un cambio importante, porque era el corazón del establecimiento, debido a su propia personalidad que le imprimía características amenas. Además, siempre fue muy espléndido y amaba la cocina”, recordó Zahide Salgado.