/ lunes 11 de enero de 2021

#JuntosCrecemos | Endulzan la tarea de innovar

La empresa Dulce Rojo ha enfrentado la pandemia de Covid-19 con distintas estrategias que reinventan la repostería, al instrumentar alianzas comerciales con artesanos y reforzar sus estrategias digitales con la comunidad

La innovación es un ingrediente que endulza cada instante de una empresa.

Esta es la experiencia de Dulce Rojo, empresa de repostería que enfrenta la pandemia de Covid-19 con estrategias de solidaridad empresarial y el despliegue de herramientas digitales.

Una de sus alianzas comerciales fue con artesanos de la madera, quienes vendían cajas de este material para la entrega de los pasteles.

Este enlace se complementó con los productores de flores de Villa Guerrero, los cuales decoraban las cajas donde se colocarían los productos de repostería. También compraron utensilios para cocina hechos de madera.

Esta estrategia también le permitió trabajar con artesanos de Donato Guerra, quienes hicieron centros de ocojal, en los cuales también pondrían los postres para su venta.

O los cestos de palma, hechos por artesanos de los municipios del valle de Toluca. Incluso con los ceramistas de Temascalcingo, los cuales vendieron platos de cerámica de alta temperatura con el mismo objetivo.

“Fue algo que nos hizo fortalecernos como sociedad y el hecho de que nosotros hayamos podido continuar con nuestras ventas, tener esta responsabilidad social de también apoyar a nuestro entorno”, dijo Ruth Santana García, directora operativa de Dulce Rojo.

Otra alianza permitió hornear pasteles mezcaleros, con lo cual se apoyó a los maestros de esta bebida producida en Malinalco.

Con el fin de no afectar al personal de esta empresa, las estrategias también incluyeron un mayor acercamiento con la comunidad.

En este sentido destaca la realización de kits de galletas para celebraciones importantes, como en los días del niño, de la madre o del padre, los cuales se ofrecieron como un regalo ideal.

Adicionalmente, instrumentaron los pasteles para cumpleaños virtuales, los cuales eran entregados en la casa del cumpleañero, así como unas réplicas de menor tamaño en las de sus invitados, pues la celebración sería de manera remota.

Para complementar estas estrategias digitales, optaron por una mayor eficiencia en sus procesos.

“Hemos tratado de contener la alza de precios a través de optimizar nuestro proceso, de encontrar áreas de mejora, de ser más productivos, de sacar más pasteles con la misma gente, de mejorar nuestros rendimientos para no mermar y no tener que traspasar estos encarecimientos a nuestros clientes”, explicó la empresaria.

A la fecha ofrecen más de 100 productos como galletas, panques, roscas y pasteles personalizados, entre otros, los cuales también se elaboran con los protocolos sanitarios respectivos, lo cual siempre ha sido una norma que se aplica rigurosamente en esta empresa de repostería que hoy continúa ofreciendo el dulce sabor de la innovación.

Los ingredientes de la resiliencia

Dulce Rojo ha vivido momentos de presión durante la pandemia de Covid-19.

“Hubo un día que sí me puse a llorar, dije 'qué vamos a hacer'; tenía mucho estrés. Fue cuando empezamos a aprovechar este tiempo para meternos a seminarios, a cursos, a conferencias, muchos en zona EI en Tec de Monterrey, ahí hubo algo que me quedó grabado”, relató Ruth Santana García, directora operativa de esta empresa.

Dicha enseñanza fue la importancia de crecer en las crisis.

“Es una realidad que hay empresas que crecen en las crisis y hay de dos: o los que se sientan a llorar o los que se ponen a vender pañuelos, entonces nosotros decidimos qué Dulce Rojo quería ser de los que se quería poner a vender pañuelos”, enfatizó.

Fue así como empezaron a estudiar los casos de éxito de las empresas que han crecido en las crisis.

A lo anterior agregaron imaginación. Primero tenían que atender la necesidad que no satisface el mercado actual y trabajar a partir de lo observado en determinado momento.

Dicha resiliencia es parte de su origen, cuando en marzo de 2013, tres familias socias decidieron unirse para ser las productoras de postres para restaurantes en la ciudad de Toluca.

Sin embargo, el buen sabor de la repostería hizo que pronto abrieran su propia pastelería con venta al público en general, naciendo así Dulce Rojo.

“Dada la capacidad que se tenía instalada y que los postres tuvieron una gran aceptación, dentro del centro de producción abrimos uno de nuestros locales y comenzamos a vender ahí", señaló Santana García. Así consolidaron la filosofía de su sabor.

“Más allá de vender pasteles, nosotros queremos ser cómplices de momentos inolvidables, ser parte de estas tradiciones familiares”, indicó la empresaria.

En su concepto empresarial, Dulce Rojo combina la inocencia y la tentación en una sola pieza gastronómica: el postre.

"Y poderlos sorprender siempre, el que encuentren una gran atención, el que encuentren una cálida sonrisa, para nosotros eso es lo más importante”, afirmó.

Otro factor que han cuidado durante la pandemia ha sido hacia el interior de la empresa.

Y es que Dulce Rojo logró conservar las fuentes laborales de sus empleados.

“Muchas de ellas son jefas de familia, pero también muchas de ellas han sido, ahora, la cabeza de familia y el sustento de sus hogares, porque sus esposos se han quedado sin trabajo y entonces ahora ellas llevan el sustento al hogar”, señaló la directiva de la citada empresa. Además Dulce Rojo le apuesta al consumo local para incentivar el flujo económico.

Los ingredientes de la resiliencia

Dulce Rojo ha vivido momentos de presión durante la pandemia de Covid-19.

“Hubo un día que sí me puse a llorar, dije 'qué vamos a hacer'; tenía mucho estrés. Fue cuando empezamos a aprovechar este tiempo para meternos a seminarios, a cursos, a conferencias, muchos en zona EI en Tec de Monterrey, ahí hubo algo que me quedó grabado”, relató Ruth Santana García, directora operativa de esta empresa.

Dicha enseñanza fue la importancia de crecer en las crisis.

“Es una realidad que hay empresas que crecen en las crisis y hay de dos: o los que se sientan a llorar o los que se ponen a vender pañuelos, entonces nosotros decidimos qué Dulce Rojo quería ser de los que se quería poner a vender pañuelos”, enfatizó.

Fue así como empezaron a estudiar los casos de éxito de las empresas que han crecido en las crisis.

A lo anterior agregaron imaginación. Primero tenían que atender la necesidad que no satisface el mercado actual y trabajar a partir de lo observado en determinado momento.

Dicha resiliencia es parte de su origen, cuando en marzo de 2013, tres familias socias decidieron unirse para ser las productoras de postres para restaurantes en la ciudad de Toluca.

Sin embargo, el buen sabor de la repostería hizo que pronto abrieran su propia pastelería con venta al público en general, naciendo así Dulce Rojo.

“Dada la capacidad que se tenía instalada y que los postres tuvieron una gran aceptación, dentro del centro de producción abrimos uno de nuestros locales y comenzamos a vender ahí", señaló Santana García. Así consolidaron la filosofía de su sabor.

“Más allá de vender pasteles, nosotros queremos ser cómplices de momentos inolvidables, ser parte de estas tradiciones familiares”, indicó la empresaria.

En su concepto empresarial, Dulce Rojo combina la inocencia y la tentación en una sola pieza gastronómica: el postre.

"Y poderlos sorprender siempre, el que encuentren una gran atención, el que encuentren una cálida sonrisa, para nosotros eso es lo más importante”, afirmó.

Otro factor que han cuidado durante la pandemia ha sido hacia el interior de la empresa.

Y es que Dulce Rojo logró conservar las fuentes laborales de sus empleados.

“Muchas de ellas son jefas de familia, pero también muchas de ellas han sido, ahora, la cabeza de familia y el sustento de sus hogares, porque sus esposos se han quedado sin trabajo y entonces ahora ellas llevan el sustento al hogar”, señaló la directiva de la citada empresa. Además Dulce Rojo le apuesta al consumo local para incentivar el flujo económico.


La innovación es un ingrediente que endulza cada instante de una empresa.

Esta es la experiencia de Dulce Rojo, empresa de repostería que enfrenta la pandemia de Covid-19 con estrategias de solidaridad empresarial y el despliegue de herramientas digitales.

Una de sus alianzas comerciales fue con artesanos de la madera, quienes vendían cajas de este material para la entrega de los pasteles.

Este enlace se complementó con los productores de flores de Villa Guerrero, los cuales decoraban las cajas donde se colocarían los productos de repostería. También compraron utensilios para cocina hechos de madera.

Esta estrategia también le permitió trabajar con artesanos de Donato Guerra, quienes hicieron centros de ocojal, en los cuales también pondrían los postres para su venta.

O los cestos de palma, hechos por artesanos de los municipios del valle de Toluca. Incluso con los ceramistas de Temascalcingo, los cuales vendieron platos de cerámica de alta temperatura con el mismo objetivo.

“Fue algo que nos hizo fortalecernos como sociedad y el hecho de que nosotros hayamos podido continuar con nuestras ventas, tener esta responsabilidad social de también apoyar a nuestro entorno”, dijo Ruth Santana García, directora operativa de Dulce Rojo.

Otra alianza permitió hornear pasteles mezcaleros, con lo cual se apoyó a los maestros de esta bebida producida en Malinalco.

Con el fin de no afectar al personal de esta empresa, las estrategias también incluyeron un mayor acercamiento con la comunidad.

En este sentido destaca la realización de kits de galletas para celebraciones importantes, como en los días del niño, de la madre o del padre, los cuales se ofrecieron como un regalo ideal.

Adicionalmente, instrumentaron los pasteles para cumpleaños virtuales, los cuales eran entregados en la casa del cumpleañero, así como unas réplicas de menor tamaño en las de sus invitados, pues la celebración sería de manera remota.

Para complementar estas estrategias digitales, optaron por una mayor eficiencia en sus procesos.

“Hemos tratado de contener la alza de precios a través de optimizar nuestro proceso, de encontrar áreas de mejora, de ser más productivos, de sacar más pasteles con la misma gente, de mejorar nuestros rendimientos para no mermar y no tener que traspasar estos encarecimientos a nuestros clientes”, explicó la empresaria.

A la fecha ofrecen más de 100 productos como galletas, panques, roscas y pasteles personalizados, entre otros, los cuales también se elaboran con los protocolos sanitarios respectivos, lo cual siempre ha sido una norma que se aplica rigurosamente en esta empresa de repostería que hoy continúa ofreciendo el dulce sabor de la innovación.

Los ingredientes de la resiliencia

Dulce Rojo ha vivido momentos de presión durante la pandemia de Covid-19.

“Hubo un día que sí me puse a llorar, dije 'qué vamos a hacer'; tenía mucho estrés. Fue cuando empezamos a aprovechar este tiempo para meternos a seminarios, a cursos, a conferencias, muchos en zona EI en Tec de Monterrey, ahí hubo algo que me quedó grabado”, relató Ruth Santana García, directora operativa de esta empresa.

Dicha enseñanza fue la importancia de crecer en las crisis.

“Es una realidad que hay empresas que crecen en las crisis y hay de dos: o los que se sientan a llorar o los que se ponen a vender pañuelos, entonces nosotros decidimos qué Dulce Rojo quería ser de los que se quería poner a vender pañuelos”, enfatizó.

Fue así como empezaron a estudiar los casos de éxito de las empresas que han crecido en las crisis.

A lo anterior agregaron imaginación. Primero tenían que atender la necesidad que no satisface el mercado actual y trabajar a partir de lo observado en determinado momento.

Dicha resiliencia es parte de su origen, cuando en marzo de 2013, tres familias socias decidieron unirse para ser las productoras de postres para restaurantes en la ciudad de Toluca.

Sin embargo, el buen sabor de la repostería hizo que pronto abrieran su propia pastelería con venta al público en general, naciendo así Dulce Rojo.

“Dada la capacidad que se tenía instalada y que los postres tuvieron una gran aceptación, dentro del centro de producción abrimos uno de nuestros locales y comenzamos a vender ahí", señaló Santana García. Así consolidaron la filosofía de su sabor.

“Más allá de vender pasteles, nosotros queremos ser cómplices de momentos inolvidables, ser parte de estas tradiciones familiares”, indicó la empresaria.

En su concepto empresarial, Dulce Rojo combina la inocencia y la tentación en una sola pieza gastronómica: el postre.

"Y poderlos sorprender siempre, el que encuentren una gran atención, el que encuentren una cálida sonrisa, para nosotros eso es lo más importante”, afirmó.

Otro factor que han cuidado durante la pandemia ha sido hacia el interior de la empresa.

Y es que Dulce Rojo logró conservar las fuentes laborales de sus empleados.

“Muchas de ellas son jefas de familia, pero también muchas de ellas han sido, ahora, la cabeza de familia y el sustento de sus hogares, porque sus esposos se han quedado sin trabajo y entonces ahora ellas llevan el sustento al hogar”, señaló la directiva de la citada empresa. Además Dulce Rojo le apuesta al consumo local para incentivar el flujo económico.

Los ingredientes de la resiliencia

Dulce Rojo ha vivido momentos de presión durante la pandemia de Covid-19.

“Hubo un día que sí me puse a llorar, dije 'qué vamos a hacer'; tenía mucho estrés. Fue cuando empezamos a aprovechar este tiempo para meternos a seminarios, a cursos, a conferencias, muchos en zona EI en Tec de Monterrey, ahí hubo algo que me quedó grabado”, relató Ruth Santana García, directora operativa de esta empresa.

Dicha enseñanza fue la importancia de crecer en las crisis.

“Es una realidad que hay empresas que crecen en las crisis y hay de dos: o los que se sientan a llorar o los que se ponen a vender pañuelos, entonces nosotros decidimos qué Dulce Rojo quería ser de los que se quería poner a vender pañuelos”, enfatizó.

Fue así como empezaron a estudiar los casos de éxito de las empresas que han crecido en las crisis.

A lo anterior agregaron imaginación. Primero tenían que atender la necesidad que no satisface el mercado actual y trabajar a partir de lo observado en determinado momento.

Dicha resiliencia es parte de su origen, cuando en marzo de 2013, tres familias socias decidieron unirse para ser las productoras de postres para restaurantes en la ciudad de Toluca.

Sin embargo, el buen sabor de la repostería hizo que pronto abrieran su propia pastelería con venta al público en general, naciendo así Dulce Rojo.

“Dada la capacidad que se tenía instalada y que los postres tuvieron una gran aceptación, dentro del centro de producción abrimos uno de nuestros locales y comenzamos a vender ahí", señaló Santana García. Así consolidaron la filosofía de su sabor.

“Más allá de vender pasteles, nosotros queremos ser cómplices de momentos inolvidables, ser parte de estas tradiciones familiares”, indicó la empresaria.

En su concepto empresarial, Dulce Rojo combina la inocencia y la tentación en una sola pieza gastronómica: el postre.

"Y poderlos sorprender siempre, el que encuentren una gran atención, el que encuentren una cálida sonrisa, para nosotros eso es lo más importante”, afirmó.

Otro factor que han cuidado durante la pandemia ha sido hacia el interior de la empresa.

Y es que Dulce Rojo logró conservar las fuentes laborales de sus empleados.

“Muchas de ellas son jefas de familia, pero también muchas de ellas han sido, ahora, la cabeza de familia y el sustento de sus hogares, porque sus esposos se han quedado sin trabajo y entonces ahora ellas llevan el sustento al hogar”, señaló la directiva de la citada empresa. Además Dulce Rojo le apuesta al consumo local para incentivar el flujo económico.


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