En tiempos de pandemia, sillas, mesas, escalones y colchones fueron nuevos instrumentos para practicar el parkour desde casa.
El parkour es una práctica deportiva que consiste en el despliegue de capacidades motrices en una especie de recorrido, lo cual se convierte en un desafío para los practicantes.
La llegada de la pandemia de Covid-19 obligó a cambiar los obstáculos, pero no la filosofía de esta disciplina que por el contario aportó resiliencia a la época en que se vive.
Así los saltos, desplazamientos y pasos del parkour se trasladaron a hogares con la utilización de clases remotas.
En el gimnasio Chemsin House, la reinvención fue hacia estas nuevas formas de enseñanza.
"(En la pandemia) apoyamos a las personas que querían hacer parkuor. Se hizo mucho de moda la plataforma Zoom, entonces nosotros por medio de ésta nos conectamos cada quien en nuestras casas, con nuestros alumnos", explicó el instructor de Chemsin House, Emmanuel Sánchez Rosas.
La ventaja que tuvieron es que el parkour se puede adaptar a cualquier espacio.
Sin embargo, el instructor reconoció limitaciones al trabajar de esta forma, pues no podían transmitir la confianza y la seguridad necesaria para realizar los movimientos físicos y esquivar los obstáculos del entorno.
Con el regreso paulatino a las actividades presenciales, en Chemsin House han logrado simular barbas y tubos para poder escalar, balancearse, hacer saltos a distancia o dar giros mortales.
También trabajan el miedo a las alturas, por lo que el piso está alcolchonado, siendo un lugar seguro para su práctica.
La práctica comienza con el movimiento más básico: la rodada. Aprender este movimiento enseña a los alumnos a caer cuando se falla en la fuerza de los movimientos.
Mito urbano
El desconocimiento de esta técnica lo ha convertido en un tabú urbano, relacionado con la delincuencia, el robo o los asaltos.
Sin embargo, el parkour busca potencializar el cuerpo humano en situaciones de peligro o combate, señala el instructor.
"Comenzó como algo militar, se le ponían ejercicios a los militares, en el cual tenían que subir bardas, nadar, escalar y todo utilizando siempre su propio cuerpo, dejando de utilizar utensilios o maquinaria, por eso se llamaba el método natural", explicó Sánchez Rosas, quien también es director de Chemsin House.
Estas enseñanzas fueron mejoradas por el bombero Raymond Belle, quien es considerado uno de los pioneros del parkour, pues desde su oficio mejoró la técnica del rescate y combate de incendios sin utilizar maquinaria.
Y David Bell lo transformó a una forma de ejercitarse partir de la premisa "ser fuerte para ser útil".
Un recorrido de enseñanzas
El parkour también se ha conocido como una práctica urbana que consta de movimientos naturales e instintivos que cualquier persona podría ejecutar.
De origen francés, es un deporte que permite conocer las limitantes y potencialidades del cuerpo humano.
Debido a su origen propio de la milicia, el "parcours du combattant" significaba un recorrido para los militares, tiempo después, en su adaptación anglosajona, el parkour cambio de c a k por la práctica deportiva.
"(El parkour) es conocido como el pase de obstáculos de una manera eficiente y rápida, de un punto A a un punto B.
"Eso quiere decir que si voy corriendo y existen algunos muros, tubos, obstáculos o llantas que me puedan quitar tiempo, el parkuor nos puede ayudar de una manera rápida y segura", explicó Emmanuel Sánchez Rosas, instructor de Chemsin House.
Brazos, piernas, rodillas, espalda, todo el cuerpo humano entra en sintonía y fuerza.
Esta práctica acrobática también exige la mayor fuerza de todas las partes del cuerpo para esquivar los objetos y trasladarse de un punto a otro.
"Todo eso se empieza a desarrollar en la fuerza del cuerpo y se empieza a tener mejoramiento de habilidades, pues ya como que tienen que ser fuertes, empiezan a controlar su cuerpo para no caerse, o si llegan a caerse, tienen una manera para convertir la fuerza de la caída y desplazarla con su cuerpo", señaló Sánchez Rosas.
A diferencia de los estereotipos, tampoco es exclusivo de los jóvenes, pues en el gimnasio Chemsin House han entendido que el cuerpo humano sólo tiene como limitante a la mente.
"El parkuor es tan universal, que cualquiera lo puede practicar, incluso lo pueden practicar personas de la tercera edad, obviamente acorde a las limitaciones de cada quien", refirió el entrevistado.
Ubicados en San Pedro Tultepec, municipio de Lerma, los instructores de Chemsin House señalan que están capacitados y certificados por la Federación Nacional de Gimnasia por lo que enseñan el parkour de manera responsable.
Las sesiones duran de 30 minutos a 60 minutos. Son diarias para que el aprendiz conozca sus limitantes y potencialice su cuerpo.
"Aquí se te pone una seria de varios ejercicios, pero no son exigentes, no son de que termines cansado, sino son más de habilidad y de técnica.
"El parkuor no exige, uno lo puede ir desarrollando hasta el límite que uno busca, el límite que le pone su cuerpo", enfatizó Sánchez Rosas.
Como en cualquier otro deporte de contacto existen riesgos físicos, pero se debe de practicar sin miedo.